lunes, 31 de octubre de 2016

Castillo fuerte es nuestro Dios

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Romanos 1:1-17      
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1:17 (RV60)

Ayer domingo, sorprendí a algunos de los asistentes en el Culto, al preguntarles que día celebramos hoy 31 de octubre. Algunos respondieron: Halloween…Solo una persona dijo: ¡La Reforma Protestante! Hoy celebramos 499 años del inicio de la Reforma Protestante. La Perla no tiene otra intención sino que se conozca un poco más de nuestra historia, de los héroes  que Dios usó para cambiar la historia de la humanidad, pero por encima de todo, que brille con toda su luz infinita la bendita Palabra de Dios: ¡Ese fue el Libro de la Reforma! ¡Es el Libro que producirá, muy pronto, un despertamiento mundial antes del Rapto de la Iglesia! ¡Hoy la Palabra de Dios está más viva que nunca! En efecto, hace quinientos años, un sacerdote Católico romano descubrió la justificación por la fe al estudiar la Epístola paulina a los romanos: Mas el justo por la fe vivirá. En consecuencia una pregunta nos asalta: ¿Qué lleva a un ser humano que ha sido levantado por su familia en un sistema religioso prolijo, complejo y compacto a abandonar todo ese bagaje familiar-religioso y a aventurarse en una nueva fe? ¿Qué fuerza poderosa es capaz de hacer que un solo hombre se levante contra un imperio religioso y lo haga tambalear por sus cuatro costados? ¿Qué movió a ese individuo a levantar un movimiento capaz de una revolución espiritual que cambió la historia?
Las vidas del apóstol Pablo y de Martín Lutero nos van a enseñar una gran verdad. La religión, por muy perfecto que sea su engranaje, no es suficiente para tener la seguridad de agradar a Dios y aceptar su Salvación. Tanto Pablo como Lutero eran hombres profundamente religiosos desde la cuna, Pablo nació en medio de la religión que Dios entregó a Moisés en el Sinaí, Martín Lutero fue producto del catolicismo romano de la Edad Media. El primero de los dos tuvo su encuentro personal con Dios camino a Damasco, el segundo, tuvo su encuentro con Dios al estudiar la Escritura y descubrir la salvación como regalo de Dios a través de la fe en Jesucristo. Pablo fue perseguido por los judíos, sus correligionarios, Lutero fue perseguido por los católicos romanos, sus correligionarios. 
Tanto a Pablo como a Martín Lutero los siglos los han revindicado. Pablo es reconocido como el teólogo y misionero más grande de la historia del Cristianismo. Martín Lutero es considerado como el líder principal de un movimiento cristiano llamado el Protestantismo, y aunque Martín Lutero no quería dejar la Iglesia Católica Romana, encabezó un esfuerzo para que ésta regresara a sus raíces bíblicas, pero hasta hoy no ha sido logrado. No obstante, el impulso abrió las puertas al avivamiento de otras congregaciones que ya existían, como los valdenses y anabautistas que conquistaron a Europa en aquellos años del siglo XVI. Nuevos y talentosos hombres de Dios surgieron: Juan Calvino, Ulrico Zwinglio, Phillip Melanchthon, Tomás Mutzer, Juan Knox y centenares más. No fueron hombres perfectos, tuvieron sus errores; eran seres humanos, pero estuvieron por encima del descrédito en que el clero romano había caído en aquellos días.
En efecto, el 31 de octubre del año 1517 el monje agustino Martín Lutero, caminó resuelto al templo del Castillo de Wittember, Alemania, con determinación y sin que le temblaran las manos, el sacerdote de 34 años levantó el martillo y clavó uno de los escritos más estridentes de la historia religiosa -en esa época las puertas de los templos servían a las comunidades como medios de comunicación-, no hizo falta ni un mes para que los gritos del documento se oyeran por toda Europa, y muy especialmente, en el Vaticano. El documento -que no pretendía ser otra cosa que  la voz solitaria en la inmensa noche de la Edad Media-, no era otro que las llamadas Noventa y Cinco Tesis. Si Roma, hubiera oído aquella voz, hoy contáramos esta historia de otra manera.
Debo aclarar que, todas las religiones o sistemas religiosos están basados en una u otra fuente de autoridad, éstas cobran toda su importancia porque son el basamento de nuestras creencias, propósitos, costumbres, hábitos y valores. Básicamente son cuatro fuentes de autoridad: El intelecto y las experiencias que están dentro de la persona, y las tradiciones y las Escrituras que son externas, pero, Dios nos dejó una sola que es verdadera, las Sagradas Escrituras. Si Dios es verdaderamente Dios, tenía que dejarnos una Escritura inspirada por Él para poder conocerlo, amarlo, obedecerlo y alcanzar su Salvación, por eso, el Señor JESÚS le dijo a los judíos: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!” Juan 5:39 (NVI). Pablo aconsejó a uno de sus discípulos: “Las Sagradas Escrituras (…) te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” 2 Timoteo 3:15 (RV60).
Con esta verdad en mente, Martín Lutero escribió mas de 30 himnos en donde nos dice que, la Biblia, la Palabra de Dios, nos presenta la gran verdad: La Providencia divina es el castillo fuerte de nuestro caminar normal por la salvación por la fe. Por tanto es una bendición confiar únicamente en Dios para nuestra salvación, porque: Castillo fuerte es nuestro Dios.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Gracias por darnos tu Palabra que es fiel y verdadera. Ayúdame a vivirla por el poder de tu Santo Espíritu. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Los tesoros de la Biblia están a la disposición de los que escarben buscándolos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 28 de octubre de 2016

Dios y patria

Lectura devocional: Salmo 144:12-15      
La Biblia nos dice que Dios es el Autor de la raza humana, y de las lenguas, pueblos y gobiernos que en el transcurso de la historia de la humanidad se han formado. El Creador mismo puso en el corazón del ser humano la necesidad de un sentido de Dios, de familia y de patria para poder orientarse en la vida con un propósito.
Cuando leemos en la Palabra de Dios y revisamos la historia del pueblo israelita, nos damos cuenta que el pueblo escogido y dirigido bajo la soberanía de Señor, siempre se ha caracterizado, en primer lugar, por su adoración al único y verdadero Dios, y en segundo lugar, por el celo con que ha amado a su nación, a la familia, a su lengua y sus costumbres, es decir, los elementos con los cuales describimos lo que es patria.
Uno de los héroes del pueblo judío es el rey David, todavía se visita y se ofrecen los respetos debidos a sus restos en Jerusalén. David fue un verdadero patriota. Entre sus muchas cualidades está la de compositor de salmos o himnos; en muchos de ellos deja sentir su amor, su visión e intercesión delante de Dios por su patria. Para el rey David, Dios y patria son el binomio de la prosperidad de una nación. Pues bien, unas de las citas en donde se ve claramente el concepto que el rey tenía del binomio Dios-patria, es la siguiente:
“Que nuestros hijos florezcan
en su juventud
como plantas bien nutridas;
que nuestras hijas sean
como columnas elegantes,
talladas para embellecer un palacio.
Que nuestros graneros estén llenos
de toda clase de cosechas;
que los rebaños en nuestros campos
se multipliquen de a miles,
y hasta de a diez miles,
y que nuestros bueyes estén
muy cargados de alimentos.
Que ningún enemigo penetre
nuestras murallas,
ni nos lleve cautivos,
ni haya gritos de alarma en
las plazas de nuestras ciudades.
¡Felices los que viven así!  
Felices de verdad son
los que tienen a Dios
como el SEÑOR.”
(Salmo 144:12-15. Nueva traducción viviente).
El pasaje anterior nos dice que Dios nos ha dado un hogar que pasa a ser como un palacio, en donde los hijos son un jardín espiritual y las hijas son doncellas de honor; en un hogar así, temeroso de Dios y de su Palabra, el padre es un rey y la madre una reina. ¡Oremos por nuestros hogares y familias de nuestra patria!
Igualmente, Dios nos ha dado una patria, con una lengua que entendemos, con una cultura muy particular, lugares bellísimos y gente amable que se gana el corazón de los extranjeros. En esa patria nacimos, nos hemos criado y vivimos. ¡Oremos por una patria nueva llena de hombres y mujeres con valores cristianos!
Aunque el cristiano nacido de nuevo tiene una Patria celestial, todavía está en la tierra y por lo tanto tiene una patria terrena. En efecto, el cristiano está en el mundo –en sentido físico-, pero no es del mundo porque este es un sistema antagónico a Dios, por ello JESÚS dijo con respecto a nosotros sus discípulos: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16 RV60), y el Señor añadió: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:5 RV60). Así podemos decir que según el Señor JESÚS, el cristiano nacido de nuevo es ciudadano de dos mundos. Como el salmista, debemos orar, trabajar, velar y soñar con una patria terrenal en donde la seguridad sea para preservar, especialmente a nuestra familia, niñez y juventud. ¡Soñemos y nos cansemos de soñar con una patria en donde los mejores nos dirijan y nos lleven a la prosperidad espiritual y humana! Cierta vez, un dirigente judío dijo: “Más vale morir que ser expulsado de la propia patria”. Los judíos que anduvieron dispersos por el mundo por dos mil años, saben lo que es patria. Nosotros que tenemos patria tenemos que alcanzar a nuestra nación con el mensaje e influencia de nuestro Señor Jesucristo, porque en la medida que pongamos como la base de nuestros valores las enseñanzas de la Biblia, tendremos la patria que Dios quiso que tuviéramos bajo su soberanía y misericordia. Entonces como el salmista podemos exclamar: “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR. (Salmo 144:15b. NVI).
Los cristianos nacidos de nuevo como ciudadanos de ambos mundos debemos caminar sobre nuestro suelo patrio con la mirada puesta en la patria celestial,  porque poseemos la esperanza, de que pase lo que pase, tenemos a Dios y a la patria.
Oración:
Padre celestial:
Bendito sea tu nombre porque según tu voluntad pusiste un amor especial por la patria en que nací y por la patria que adopté en esta tierra, pero lo mejor de todo es que por gracia y poder me has dado la esperanza definitiva de una patria nueva, en donde moraré contigo para siempre. Ayúdame a ser un instrumento en tus manos para que mi patria te conozca. En el nombre de JESÚS. Amén.
La seguridad de nuestra patria celestial, hace posible que nunca nos sintamos, ciudadanos de segunda clase en ningun lugar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo

jueves, 27 de octubre de 2016

El eco del silencio

Francisco Aular                                            
Lectura devocional: 1 Reyes 19:1-12
Después del terremoto, un fuego; pero el SEÑOR no estaba en el fuego. Y después del fuego, el susurro de una brisa apacible. 1 Reyes 19:12 (La Biblia de las Américas)

La experiencia del Pofeta Isaías nos dice que nuestro Dios puede hablarnos muy claro por medio del silencio. En efecto, el silencio tiene un gran valor en la música, también debe ser en nuestra vida devocional como cristianos nacidos de nuevo. Hay momentos en que nuestro espíritu y nuestra alma buscan ansiosamente comunión con lo eterno, guardar silencio mientras Dios nos habla, es vital. Porque en ese ejercicio de nuestro espíritu que es la oración, nunca es un monólogo con nosotros mismos, es un diálogo con nuestro Padre celestial, es un tiempo para escuchar la dirección que Dios nos quiere dar. Todos los hombres y mujeres de oración elogian el valor del silencio en la oración, pero también en nuestro comportamiento en las diversas situaciones diarias por las cuales pasamos. Un proverbio alemán dice: “La palabra es plata, el silencio es oro”. Y, en un cartel en un ruidoso taller mecánico leí este proverbio árabe:
No digas todo lo que sabes.
No hagas todo lo que puedes.
No creas todo lo que oyes.
No gastes todo lo que tienes.
Porque:
El que dice todo lo que sabe,
el que hace todo lo que puede,
el que cree todo lo que oye,
el que gasta todo lo que tiene,
Muchas veces:
Dice lo que no conviene,
hace lo que no debe,
juzga lo que no ve,
gasta lo que no tiene.
Sin duda, el silencio es un gran principio de la sabiduría espiritual. El silencio nos permite dirigir conscientemente nuestra mirada a Dios, a nosotros mismos y hacia los demás. Quizás no ha habido nadie quien haya trabajado por la paz mundial que el trágicamente desaparecido en funciones Dag Hammaskjord, quien como Secretario General de las Naciones Unidas, él reconoció el valor del silencio en la diplomacia. Aquel hombre que viajaba constantemente de un lugar a otro para resolver conflictos, anhelaba y buscaba tiempo de silencio. Esa búsqueda del silencio se incrementaba al tener que tomar decisiones, este hombre de estatura mundial, dijo: “Comprender, por medio del silencio. Actuar desde el silencio. Triunfar en silencio”. En realidad, tenía razón. No podemos comprender a alguien verdaderamente hasta no hablar con él. Igualmente, obrar desde el silencio me permite no tomar decisiones apresuradas, y no hacer ruidos de presunción del poder delegado por Dios, y del cual tendremos que dar cuenta algún día. Triunfar desde el silencio significa no dejar de crecer porque nuestra meta es ser como JESÚS, nadie fue mas exitoso que Él ¿Cual era Su secreto? Los Evangelios lo explican así: Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba. (Lucas 5:16 RV60)
Por otra parte, JESÚS dijo: El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Lucas 6:45 RV60) Nuestro lenguaje es el eco de lo que somos, y el eco de lo que Dios nos ha dicho en nuestros momentos de silencio.
Oración:
Padre eterno:
Como el profeta Elías, sé que a veces no te encontramos ni en las tormentas, ni en los terremotos de nuestras vidas tan ocupadas, por lo banal y pasajero. Quiero pasar en estos momentos un tiempo de silencio contigo en el susurro de la brisa que me acaricia. Ayúdame a hablar con tu sabiduría, pon rnis labios la palabra de amor y de ánimo para los demás, y ayúdame a estar en silencio, si nada bueno tengo para decir, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
No debemos guardar silencio ante un mundo que se pierde; pero no debemos contribuir que otros se pierden por un hablar sin pensar.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 26 de octubre de 2016

¡Más que vencedor!

Francisco Aular      
Lectura devocional: Colosenses 2:8-32
Cristo es completamente igual a Dios, y reina sobre todos los espíritus que tienen poder y autoridad. A ustedes no les falta nada, pues están unidos a Cristo. Colosenses 2:9,10 (LBLA)

Una de las sorpresas que nos encontramos al leer las cartas de los escritores del Nuevo Testamento es que ellos no practicaron la nueva fe, la fe cristiana, como una religión al estilo del judaísmo -que era la religión que Dios había dado a sus antepasados en el Monte Sinaí, con sus ritos bien elaborados, sus días sagrados y hasta las comidas que debían consumir. El propósito de la Ley y de Moisés, era acercar a los seres humanos, especialmente a los israelitas, a Dios; San Pablo escribió sobre este tema: Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo (Colosenses 2:16-17 NVI)-, sino que, nos sorprenden aquellos discípulos de JESÚS, ¡porque ninguno provenía de los religiosos de su tiempo!, eran laicos. Aquellos primeros discípulos describieron su nueva fe, como un estilo de vida que los cambió a ellos y también al mundo que recibió aquellos hombres y mujeres que decían que JESÚS, el que había muerto y resucitado: ¡Vivía en ellos!
Ciertamente, existe una unión inseparable de JESÚS viviendo en el corazón de cada uno de de sus discípulos, esta seguridad les da una victoria interior que no depende de lo externo; el cristiano nacido de nuevo ya no tiene que andar buscando significados en un mundo que va hacia su final; el cristiano nacido de nuevo por su unión con JESÚS está completo; nadie le puede quitar esa unión dada por el nuevo nacimiento, porque la vida eterna (zoé aionios) está en él; el verdadero discípulo de JESÚS vive una vida intercambiada con su Señor y Salvador, mediante esta nueva vida le damos a JESÚS nuestros pecados, Él, a cambio, nos da su perdón; le damos nuestra tristeza y Él nos da su gozo; le damos nuestras derrotas y Él nos da la victoria; le damos nuestra debilidades y Él nos da su fortaleza; la damos nuestra pobreza de espíritu y Él nos da sus riquezas; le damos nuestro miedo y Él nos da su valor; le damos nuestro problemas y Él nos da la solución; por último, le damos nuestra muerte y Él nos da su resurrección. Más, aun, Pablo maravillado por esta unión con JESÚS escribió: ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: “Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!” Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 8:35-39 NVI). ¿Quiénes somos en JESÚS?: “Somos más que vencedores”.
Ahora bien, estas cuatro palabras en español, se convierten en una en griego, y la repetían aquellos cristianos: Upernikáo. Ni ayer, ni hoy ni nunca; nada ni nadie podrá detener el avance del Reino de Dios, en esta tierra; por el nuevo nacimiento el hijo de Dios, está unido a Cristo, es “carne de su carne y hueso de sus huesos”. Por ello, la existencia de un cristiano nacido de nuevo, es un milagro de Dios. Igualmente, lo es: la existencia de la Iglesia. Tanto en lo individual como en lo colectivo, ¡soy victorioso en Cristo! Hoy salgo a la calle, alzo mis hombros y mi rostro con una amplia sonrisa; hoy mostraré lo mejor de mí a lo peor de este mundo, no soy mío pertenezco a JESÚS, mi pasión y triunfo, soy: ¡Más que vencedor!
Oración:
Amado Padre Celestial:
En esta ocasión te alabo con todo mi corazón por enviar a tu Hijo para llevarme a ti y por vivir en mí, le doy el control de todo en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Tu decisión respecto a JESÚS decide tu victoria o derrota.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

martes, 25 de octubre de 2016

Instrumentos de paz

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Jeremías 29: 4-14
Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz. Jeremías 29:7 (RV60)

El gran biógrafo francés, André Maurois (1885-1967) dijo: “El universo es indiferente. ¿Quién lo creó? ¿Por qué estamos aquí sobre esta diminuta pila de barro girando en el espacio infinito? ¡No tengo la más leve idea y estoy muy convencido de que nadie la tiene!”.
Afortunadamente, los cristianos nacidos de nuevo le creemos a la Palabra de Dios, la Biblia, y como lo escribió un poeta, hace muchos años:
Santa Biblia para mí
eres un tesoro aquí;
tú contienes con verdad
la divina voluntad;
tú me dices lo que soy,
de quien vine
y a quien voy.
Los verdaderos hombres y mujeres de Dios saben su razón de ser y hacer en este mundo. En efecto, nosotros tenemos un propósito divino que deriva en una tarea divina para llevarla a cabo mientras estemos aquí, para usar las palabras de Maurois, en “esta diminuta pila de barro girando en el espacio infinito”. ¿Cuál es nuestro propósito supremo en esta vida? Llegar a conocer a Dios a través de nuestra fe en JESÚS y adorarlos con todo lo que somos y tenemos. ¿Cuál es nuestra tarea divina? La misma que trajo a JESÚS a la tierra:Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están perdidos” (Lucas 19:10; NTV).
¡Necesitamos ser instrumentos de paz para poder realizar la labor evangelizadora, pacífica y tranquila, en mundo cambiante e indigente de la Palabra de Dios! Esta es la razón por la cual, necesitamos interceder en oración por los seres humanos y los que nos gobiernan a nivel mundial: “En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad” (1 Timoteo 2:1,2; NTV).
Los profetas fueron instrumentos de Dios para llevar al pueblo la Palabra de Dios. Tal es el caso de Jeremías (627 a.C.-586 a.C.), a quien se conoce como el profeta llorón. En realidad, le haríamos mayor justicia si lo llamáramos el profeta valiente. Jeremías es uno de los grandes hombres de Israel de todos los tiempos, su historia se registra durante el período más oscuro y vergonzoso de la historia, tanto de Judá como de Israel. Abundaba la idolatría, la inmoralidad,  degradación de la adoración al Dios verdadero y de la fe como mucho antes se les había enseñado y practicado en el pueblo del Señor. Lo cierto es que le correspondió a este hombre de Dios ser el predicador no tanto de las buenas noticias, sino de las malas noticias. Durante cuarenta años su mensaje llamó al arrepentimiento al pueblo judío. No fue oído. En consecuencia, Judá fue deportado a Babilonia y estuvo allí, durante setenta años profetizados, pero al final, la gracia de Dios predominó y correspondió a Jeremías dar las buenas noticias de perdón y restauración:Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11; NTV).
Un asunto es importante, cuando estemos orando por la paz del mundo, debemos hacernos parte de las soluciones y no de los problemas en este mundo tan complicado en donde vivimos. Si procuramos la paz del lugar, la nación y el mundo en donde estamos, tendremos paz también: “Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:7; RV60).
 En otras palabras, debemos ser instrumentos de paz por dondequiera que vayamos. Al respecto, permítanme relatarles algo muy personal, cuando llegué a trabajar en el Estudio fotográfico Luz y Sombra, siendo un jovencito de tan sólo 13 años, mi jefe me confió la limpieza de su biblioteca, y eso fue provisión de Dios porque también me dio permiso para que en mi tiempo del descanso al mediodía, bebiera y comiera de aquellos libros. Así lo hice. ¡Desde allí los libros han sido mis compañeros en el camino! Allí nació mi amor por ellos. Bueno todavía recuerdo la Oración por la Paz; el jefe y dueño de nuestra empresa, tenía en un estante, bien enmarcada, la oración. En aquellos años, se pensaba que Francisco de Asís la había escrito, hoy se sabe que posiblemente, no. Especialmente la organización Alcohólicos Anónimos ha popularizado esta oración. De todas maneras sea quien sea el autor de esta oración es pertinente, bíblica y bella. Allí está:
Oración por la paz
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh, Maestro, que yo no busque tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Oración:
Padre, quiero ser un instrumento tuyo para bendición de los seres humanos de mi generación. Ayúdame a ser un instrumento de tu paz por donde vaya. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Mostrar la paz de Dios en nuestro entorno, en el andar diario de nuestro breve paso por la vida, nos hace instrumentos de paz.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 24 de octubre de 2016

Ester: ¡Belleza y coraje!

Lectura devocional: Ester 4:1-16

Al repasar las páginas doradas del más venerable de los libros, la Biblia, encontramos un relato que impresiona profundamente por su realismo y actualidad, el libro de Ester. En efecto, el libro de Ester nos presente una de las más emocionantes escenas de la historia sagrada, tanto para los judíos como para los cristianos. En este libro no se menciona el nombre de  Dios, pero la acción divina está reflejada desde el principio hasta el final. Porque entre otras cosas Dios es Señor de la historia.
El significado del nombre de Ester nos puede iluminar algunos rasgos de la personalidad de esta hermosa reina. En efecto, el verdadero nombre de Ester era Hadasa (2:7), cuyo significado es “mirto”, preciosa flor aromática que representa al amor puro. Así que los padres esperaban que aquella niña, al nacer allí en Persia, en un humilde hogar judío descendiente de Benjamín, ¡sería una mujer especial! Igualmente, al adoptar el nombre persa Ester, apuntaba al mismo símbolo exitoso, pues, significa “la estrella de esperanza”, “buena suerte”, “estrella del gozo”, “preeminencia.” Exactamente, cuando su pueblo fue condenado al genocidio, Ester se derramó como un perfume y brilló como una estrella en la oscura noche de su amado pueblo.
¿Qué puede hacer un hijo de Dios en medio de un gobierno que lo controla todo? ¿Qué puede hacer una reina de belleza cuando ve a su pueblo injusta e impíamente masacrado?  Aunque algunos métodos han cambiado en los sistemas políticos humanos para intentar suavizar la tiranía de unos pocos sobre otros muchos, todavía, algunos sistemas humanos continúan igual o peor que los gobiernos que ellos suplantaron. A veces, los tiranos piensan que ellos copan la escena, que serán gobierno para siempre y por eso abusan del poder, cometen injusticias, hacen planes para destruir a sus enemigos, y ciertamente lo logran; se rodean de colaboradores corruptos, pero tarde o temprano, les llega su fin.
Repasemos la historia que nos atañe: Habiendo el rey Asuero (Jerjes) repudiando a la reina Vasti, la judía Ester vino a ser su esposa y reina de Persia. Ella, confiada en Dios y sobreponiéndose a su debilidad, intercedió por su pueblo cuando el primer ministro Amán concibió el proyecto de exterminar a todos los judíos, comenzando por Mardoqueo, el tío y padre adoptivo de Ester. Ester se preparó espiritualmente con oración y ayuno, y tuvo un pensamiento que la acompañaba día y noche, interceder por su pueblo. Valientemente, dijo: “Y entonces, entraré a ver el rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco que perezca” (4:16), y con esta convicción metida como fuego en su corazón, en un banquete, Ester descubrió al rey su nacionalidad hebrea y pidió protección para sí y para los suyos contra su perseguidor Amán. El rey concedió su pedido, Amán fue colgado en el mismo patíbulo que había preparado para Mardoqueo, y el pueblo judío fue autorizado a vengarse de sus enemigos, el mismo día en que según el edicto de Amán debía ser aniquilado en el reino de los persas. En memoria de este feliz acontecimiento los judíos instituyeron la fiesta de Purim (Fiesta de las Suertes) hasta el día de hoy.
Esto nos enseña la verdad de que, no se trata del tamaño del que decide hacer algo a favor de su pueblo e inevitablemente entra en la lucha, sino la intensidad con que una persona de profunda convicción por la libertad es capaz de luchar por todos los medios pacíficos posibles, porque como hace muchos años, un estadista oriental lo expresó: “Quien quiera sangrar menos en tiempos de guerra, tendrá que sudar más en tiempos de paz”.
Estamos enfrentando días difíciles, llenos de problemas y dificultades. Los que estamos en cualquier lugar de la sociedad en la cual Dios nos ha puesto, debemos usar nuestra influencia e iluminar con nuestra luz la oscuridad reinante. El cristiano sabiendo que no es de este mundo pero que vive en él, debe asumir intencionalmente una posición positiva por la justicia y trabajar de todo corazón para lograr respeto mutuo, la hermandad, libertad y paz en todas las relaciones entre los hombres, los grupos étnicos y las distintas naciones.
Como Ester, un verdadero hijo de Dios, debe buscar la dirección divina en tiempos de dificultades (4:15-17); un cristiano que llegue a ser parte de un gobierno que abraza un sistema contrario a su fe, debe estar listo para renunciar a sus propios intereses, y levantar su voz en contra de las injusticias, y ponerse a favor de su pueblo, porque tarde o temprano, si mantiene sus convicciones originales y lealtad suprema al Señor, sufrirá persecución (4:12-14); al pensar en el final que le espera a los que no saben administrar la justicia, vemos que Amán, recibió en sí mismo, todo el mal que había planeado hacer a Mardoqueo (7:9-10); el cristiano nacido de nuevo, debe saber, porque así lo enseña la Palabra de Dios, la naturaleza transitoria de la grandeza terrenal y el triste final de todo poder y de las posesiones ganadas ilegalmente (9:24,25); tarde o temprano todo aquel que haya luchado legitimamente contra la corrupción y las injusticias será vencedor, como lo refleja la historia de Mardoqueo y su sobrina Ester (10:1-3). ¡Alabado sea el nombre de Dios para siempre!
En el libro de Ester encontramos la vida de dos mujeres que llegan al poder, la reina Vasti, quien se negó, valientemente,  a complacer al rey persa y sus caprichos ante sus amigos del palacio, y por ello fue destituida; la reina Ester por su parte, arriesgó su vida a favor de su pueblo, al entrar en la presencia del rey sin permiso y con la determinación convertida en pasión por la justicia: “¡Y si perezco, que perezca!”… Estas mujeres, como lo han hecho otras a través de la historia, son ejemplo para muchos de nosotros que nos sentimos intimidados ante los poderosos de turno. ¡Ellas han levantado su voz y han cambiado la historia! Imposible describir en este momento lo que siento en mi ser cuando veo la valentía de las mujeres de mi pueblo, al poner en riesgo lo que son y lo que tienen. Cuando las veo, pienso nuevamente en Ester: ¡Belleza y coraje!
Oración:
Padre eterno, Padre justo:
Aquí estoy clavado sobre mis rodillas delante de ti. Pase lo que pase, yo te creo Señor, sé que tu gracia nos acompaña en esta hora difícil que nos ha tocado vivir. ¡Cuántas lágrimas, cuánto dolor, cuanta injusticia, cuantas amenazas de los poderosos actuales! Lo que más necesito en esta hora Señor es coraje cívico para no quedarme callado, y proclamar que de las cenizas de este mundo en llamas, tú harás un fabuloso mañana para todo tu pueblo. Entonces celebraremos tu glorioso Nombre para siempre en la compañía del Amado JESÚS. Amén.
Somos libres y levantamos nuestra voz ante la injusticia: “¡Si perezco, que perezca!”.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 21 de octubre de 2016

Coraje cívico

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Esther 4:1-17
Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y si perezco, que perezca! Esther 4:16b (NVI)

Me convertí al Señor en el mes de abril de 1963, me encontraba solo en aquellos días, leyendo la Palabra de Dios, pero, allí mismo comprendí que el cristianismo verdadero tiene implicaciones colectivas, y por eso, busqué una congregación donde asistir y el Señor me llevó a una en agosto de ese mismo año. En el mes de octubre de aquel año cumplí mis 18 años, así que hice dos actos cívicos: Me inscribí en el servicio militar obligatorio y, también, en el Registro Electoral para votar en las elecciones presidenciales que se realizarían el 1 de diciembre de 1963.
Aquellos años eran terribles en Venezuela, porque, entre otras cosas, habían surgido las guerrillas urbanas, y éstas hacían actos terroristas en muchos lugares del país, sobre todo en Caracas, ya que la capital era su objetivo principal. La extrema izquierda amenazó con matar a los que fueran a votar; yo vivía en un barrio en el que todos nos conocíamos, y sabía quiénes pertenecían a la guerrilla urbana, y ellos estarían viéndome ir a depositar mi voto. Pero no me detuve, mi valor cívico pudo más que el miedo. Voté, y después me fui a mi iglesia a orar y a esperar los escrutinios; la verdad sea dicha: ¡El bravo pueblo venezolano acudió como nunca a votar! ¡Me sentí dichoso de contarme e identificarme con un pueblo así! Desde entonces, votar en toda elección de autoridades es una parte de mi doble condición como ciudadano del cielo y de la tierra.
El coraje cívico es el valor de un ciudadano para situarse frente a otros, y decir o hacer lo que cree que es conveniente, aun con el alto precio de perder su única vida humana en el cumplimiento de su deber. Quien se deja conducir por su coraje cívico no puede cegarse a las injusticias de los fuertes sobre los débiles, y tiene valor para enfrentarse pacíficamente y por todos los medios legales posibles, a los que quieren eliminar su opinión y libertad.
Por eso, me emociono cada vez que en la Palabra de Dios encuentro a mis héroes en la fe, quienes vivieron en épocas muy difíciles, en las cuales no existían gobiernos democráticos, y por lo tanto, no se podía elegir a los gobernantes. Sus reyes tenían el poder en las manos para encarcelar o asesinar a sus enemigos.
A nosotros nos toca interceder en oración por nuestros gobernantes como Dios nos lo recomienda en su Palabra, igualmente cierto es que, “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28; RV60). Pase lo que pase, los gobiernos son temporales mientras que el reino de Dios es eterno, y su triunfo final ya está asegurado, y sabemos que su “reino no es de este mundo”, por ello, predicar el Evangelio es nuestra prioridad, y no debemos enredarnos meramente en lo temporal. Pero también es cierto que, pacíficamente, debemos acudir a ejercer nuestros derechos como ciudadanos de esta tierra, ante los gobernantes, como lo hicieron los primeros cristianos: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19; RV60).  
Pues bien, muchos de los hombres y mujeres de Dios en tiempos primitivos, tuvieron el coraje cívico para orar por sus gobernantes, así fuera por Nerón e intervenir usando sus influencias a favor del pueblo judío. Precisamente ese es el caso de la hermosa reina Ester, quien salvó a su pueblo al mostrar su coraje cívico y lograr lo imposible, su determinación fue: ¡Y si perezco, que perezca!
El ser humano con coraje cívico no puede andarse preguntando si hacer el bien o no es correcto, porque cuando se actúa como es debido, no necesitamos tener el juicio de otros, sino la valentía y el coraje para pensar y hacer lo que sabemos es lo correcto.
Así, en la preciosa historia de Ester encontramos a un hombre de gran valor cívico, Mardoqueo, padre de crianza de la Reina, que había sembrado en su hija los valores que sustentaba; el desenlace de la historia tiene un momento crucial, cuando Mardoqueo le dice a su hija: “No te creas que por estar en el palacio escaparás cuando todos los demás judíos sean asesinados. Si te quedas callada en un momento como este, el alivio y la liberación para los judíos surgirán de algún otro lado, pero tú y tus parientes morirán. ¿Quién sabe si no llegaste a ser reina precisamente para un momento como este?”. (Ester 4:13,14, NTV). Cuando por nuestra indiferencia, comodidad o identificación con la injusticia, no hacemos caso del coraje cívico que está en nosotros en un momento dado, entonces es posible que cuando queramos usarlo, sea demasiado tarde.
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Te alabo porque tu poder y gracia no tienen límites. Has creado a las naciones y le has dado características especiales a cada una de ellas. Pusiste en mí un amor especial por mi patria terrenal y por la Patria celestial. Me dice tu Palabra que al final de los tiempos, tú serás la luz de las naciones. ¡Señor haz que mi patria esté allí! En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La verdadera libertad no es escoger nuestro propio camino, sino seguir el camino que Dios nos señala, y tener el valor para andar por él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Alguna lección por aprender?
¿Alguna bendición para disfrutar?
¿Algún mandamiento a obedecer?
¿Algún pecado a evitar?
¿Algún pensamiento para llevarlo conmigo?