lunes, 30 de noviembre de 2015

Enseñar y guiar

Francisco Aular
Lectura devocional: Salmo 119:33-40
Enséñame tus decretos, oh SEÑOR; los cumpliré hasta el fin (…) hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro felicidad. Salmo 119:33,35 (NTV)

El salmista nos dice, a través de este texto, que la Biblia nos transforma.
Les cuento que muy cerca de donde escribo estas reflexiones, cerca de mi oficina en el templo, existe un cementerio –muy hermoso por cierto-, sólo camino unos pasos y lo atravieso. La cultura bíblica, sobre cuyos fundamentos se forjó la nación canadiense, hizo posible que los cementerios estuvieran alrededor de los templos cristianos, porque los creyentes querían estar cerca de sus iglesias, aun después de muertos, para cuando el SEÑOR regrese, se levanten de sus tumbas, juntamente con sus otros hermanos en la fe, para irse a morar para siempre con sus cuerpos glorificados. ¡Aleluya! Cuando camino por ese cementerio, me doy cuenta de que mucha de la riqueza y la sabiduría de este mundo está allí, porque yacen personas que fueron ricas, gente de distintas profesiones y vocaciones; percibo, que sus familiares les han puesto en sus placas, que dejaron tras sí un hermoso legado; entonces, me vienen a la mente pensamientos sobre la brevedad de nuestra vida aquí en la tierra, y la eternidad e inmutabilidad de Dios.
En efecto, comparado con la grandeza divina, nuestro breve paso por este mundo es simplemente como el día de ayer que ya pasó; como el torrente del Niágara que cae a 800 toneladas por segundo; como un sueño del cual nos despertamos de repente y nos parece que no dormimos lo suficiente; como la hierba y las flores del camino real; como un pensamiento; como una sombra; como la nube y el humo.  Pienso, al salir del cementerio, que un día estaré allí. ¡Dentro de pocos años, todos mis problemas y mis preocupaciones no me inquietarán más!, y si todavía no estoy allí es porque el SEÑOR me necesita de este lado, sin embargo, no me gustaría vivir en vano lo que me resta de tiempo aquí. Por lo tanto, con la misma Escritura me respondo: “Enséñame tus decretos, Oh SEÑOR; los cumpliré hasta el fin”. Entusiasmado, regreso a mi oficina y sigo el consejo de Salomón: “Todo lo que hagas, hazlo bien, pues cuando vayas a la tumba, no habrá trabajo ni proyectos ni conocimiento ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10 NTV).
Todos en esta vida necesitamos, urgentemente ser transformados, enseñados y guiados por un poder divino, que estaba aquí cuando llegamos a esta tierra y que seguirá aquí después que nosotros salgamos de ella. Por eso, si Dios es quien dice ser y puede hacer lo que Él dice que puede hacer, entonces, Él tendría que habernos dejado un manual de conducta que nos enseñara y guiara en la brevedad de nuestro paso por esta vida. Sí, ese Libro existe y es la Biblia.
Pues bien, la Palabra de Dios nos enseña (v.33); nos hace entender y a obedecer a Dios (v.34); nos hace andar por los caminos de Dios, y nos hace felices (v.35); la Biblia nos da entusiasmo para adquirir la sabiduría divina, en vez de llenarnos de cosas materiales que algún día dejaremos atrás (v.36); la Biblia nos aparta de pensar, decir y hacer cosas inútiles y nos da vida en abundancia para poder repartirla a otros (v.37); la Biblia nos confirma cada día que sus verdades, valores y principios son eternos y sabios, y sus promesas son verdaderas (v.38); la Biblia nos ayuda a entender que las pruebas, tribulaciones y problemas son parte del plan de Dios para enseñarnos que la vida aquí, en el “más acá” es tan sólo un lugar de entrenamiento para nuestra vida al lado de nuestro Dios, en el más allá (v.39); por ello, la Biblia nos enseña y guía: “Enséñame tus decretos, oh SEÑOR; los cumpliré hasta el fin (…) hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro felicidad” (Salmo 119: 33,35 NTV).
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias Señor por la Biblia que me has dado que me enseña y guía hacia ti! Tu Palabra es una Palaba viva; tu Palabra es una Palabra que nos enseña a vivir para lo grande, lo noble y lo puro; Tú Palabra está viva y activa en mí. Ayúdame a oírla, leerla, estudiarla, memorizarla, meditar y aplicarla. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia nos ayuda a entender que las pruebas, tribulaciones y problemas son parte del plan de Dios para enseñarnos que la vida aquí, en el “más acá” es tan sólo un lugar de entrenamiento para nuestra vida al lado de nuestro Dios, en el más allá.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?  

viernes, 27 de noviembre de 2015

Fuerzas para el camino

Francisco Aular
Lectura devocional: Salmo 119:25-32
Por el camino  de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón. Salmo 119:32 (RV60)

La historia de la evangelización de la América Latina comenzó con el intento de llevar la Biblia a cada hogar en cada uno de los países de habla hispana. No fue fácil, en ese tiempo la Iglesia Católica Romana, lamentablemente, no le daba importancia a la Biblia. Uno de los enemigos que la Palabra de Dios tuvo de vencer fue el fanatismo religioso que los nativos de los países poseían. Sin embargo, los valientes misioneros de la Palabra de Dios hicieron su trabajo. Ellos recibieron de la Biblia: Fuerzas para el camino, por el camino  de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
Pues bien, he seguido la trayectoria histórica de aquellos hombres, mis héroes del pasado, comenzado con don Diego Thompson y José Lancaster, ingleses, amigos de nuestros padres libertadores: Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José de San Martin y Bernardo O’Higgins, entre otros. En realidad, aquellos libertadores ayudaron a Thompson y Lancaster; a Thompson, dándole permiso para distribuir la Biblia entre los pueblos de entonces, y a Lancaster, a fundar las Escuelas Lancasterianas, en las cuales, la Biblia era el texto usado para erradicar el analfabetismo, pero, la religión dominante lo impidió. Todavía me pregunto: ¿Qué hubiera pasado en nuestra América Latina si la Biblia hubiese sido el fundamento principal de la Constitución, de esas naciones y de sus hogares? 
Ahora bien, a pesar de haber sido perseguidos, encarcelados y azotados, nuestros misioneros de la Palabra no desmayaron en su intento de distribuir la Biblia, al costo, aun de sus propias vidas, y esto, porque ellos recibieron del Libro sagrado: Fuerzas para el camino, por el camino  de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
Uno de aquellos misioneros de la Palabra fue Francisco G. Penzotti (1852-1925), argentino, abnegado hombre de Dios que llevó la Biblia hasta las más apartadas regiones de muchos de nuestros países sudamericanos, y por lo cual sufrió persecuciones, y fue encarcelado en Casamatas del Callao, Perú el 26 de julio de 1890, por el delito de haber distribuido la Palabra de Dios. En una de las paredes del calabozo en donde estaba preso se encontró escrito este verso:
Calabozo de mis penas
Cementerios de hombres vivos
Más temible que la muerte,
Que cadena y que grillos.
Allí mismo brotó de su corazón la letra del himno que dice:
¿Qué me importan del mundo las penas,
Y doblada tener la cerviz?
¿Qué me importa sufrir en cadenas
Si me espera una patria feliz?
Resignado, tranquilo y dichoso
De la aurora vislumbro la luz:
Mis prisiones las llevo gozoso,
Por JESÚS, quien venció en la cruz.
Aunque preso, las horas se vuelan
En gratísimo y santo solaz;
Con la Biblia mis males se ausentan
Para darme la dicha es capaz.
¡Libro santo! Mi estancia ilumina,
Nunca, nunca te apartes de mí;
Contemplando tu bella doctrina
No hay males, ni penas aquí.
¿Qué ocurrió con Francisco Penzotti? Salió de aquella cárcel y siguió predicando la Buena Noticia de Salvación, y el Libro que es su fuente: la Biblia. Murió a los 73 años de edad, el 24 de julio de 1925, y sus últimas palabras fueron: “Vale la pena servir al Señor, ¡qué lindo, qué lindo es morir!”. Francisco Penzotti recibió en su peregrinar por este mundo: Fuerzas para el camino, por el camino  de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
En efecto, estos héroes de nuestra fe que he nombrado, y muchos otros cuyos nombres “están escritos en el libro de la vida”, han demostrado que el resplandor de la Biblia es más fuerte que el brillo de la espada de los verdugos. Un ser humano guiado por la Palabra de Dios es más fuerte también que las huestes de los césares y del poder temporal de los Atilas. La gloria de esos hombres poderosos vino y se fue, pero la Palabra de Dios sigue iluminando al mundo. Así vemos: La vara de Moisés que quebrantó el centro del Faraón; la honda de David, un simple muchacho que dominó el escudo y la espada del gigante Goliat; el silencio de JESÚS que rompió el poder humano de Pilato, y la humildad y pasión de Pablo que derrumbó el trono de los emperadores romanos; de ese mismo proceder de creerle a Dios y su Palabra, contamos a Martín Lutero, quien clavó sus 95 tesis en las puertas de la capilla de Wittemberg,  y ellas destruyeron el poder de Carlos V; del mismo modo, la predicación encendida de Juan Wesley salvó a Inglaterra y a la humanidad de una catástrofe, y produjo el Gran Avivamiento que hizo posible que Diego Thompson y José Lancaster llegaran a las costas de América Latina con miles de Biblias, y a pesar de las muchas luchas, nosotros somos el fruto de la semilla sembrada con sangre, sudor y lágrimas,  pero que nos ha dado a nosotros: Fuerzas para el camino, por el camino  de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias por el esfuerzo, pasión y triunfo de aquellos que nos trajeron la Palabra de Dios! Por eso, ¡anhelo obedecer tus mandamientos! Sigue dándome vida y el gozo de servirte a través de tu Palabra, hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro la felicidad, y la verdadera vida. Ayúdame a predicar tu Palabra con valor, fe, esperanza, amor y perseverancia. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia señala el camino y nos ilumina conjuntamente con el poder del Espíritu Santo cómo nacer de nuevo y cómo crecer hasta la plenitud de JESÚS.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

jueves, 26 de noviembre de 2015

Aquí está Dios: ¡fuera tristeza!

Francisco Aular
Lectura devocional Salmo 119:17-24
Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros. Salmo 119:24 (RV60)

Un niño de corta edad, que vino a pasar sus vacaciones escolares con su abuelo materno, está tratando de que éste le permita salir a dar un paseo, y no lo logra. El abuelo cristiano evangélico arcaico, vetusto, cara larga, triste, un creyente que pensaba que su fe es la religión de la tristeza y por eso se priva de todo gozo y diversión legítimos, no lo permite.
En la calle-dice al nieto-sólo hallarás maldad. Los niños son pecaminosos; los mayores están corrompidos; el ambiente es impuro y dañino; salir a la calle supone un gran peligro para nosotros los cristianos evangélicos.
Pero el nieto insiste y por fin el abuelo cede. Fuera de la casa el niño contempla un panorama totalmente distinto al descrito por el viejo: Los niños juegan felices; en el cielo azul cuelgan nubes limpias, mientras las golondrinas los circundan; el aroma del mar cercano, lo llena todo; la tarde ríe alegremente bajo el sol. En dirección opuesta camina lentamente un burro. Lleva las orejas caídas. Aunque no lleva peso alguno, camina lentamente. Tiene ojos abiertos, pero apagados. Una sombra de tristeza lo invade por completo. El niño, avergonzado, dice para sus adentros: Este burro debe tener la misma religión que mi abuelo.
Por el contario, la Biblia dice que Dios no quiere que el ser humano viva una vida negativa y miserable. ¡Dios nos hizo para Él, para que seamos felices para siempre! Entonces, cuando el mundo vagaba en oscuridad, y en la maldad, la opresión y los temores invadían el corazón aún de los más fieles, ¡vino JESÚS!: “De repente, apareció entre ellos un ángel del Señor, y el resplandor de la gloria del Señor los rodeó. Los pastores estaban aterrados, pero el ángel los tranquilizó. «No tengan miedo —dijo—. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador —sí, el Mesías, el Señor— ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!” (Lucas 2:9-11) Con esta acción, el relato bíblico nos dice: Aquí esta Dios: ¡Fuera tristeza!
Ciertamente, llegar a ser miembros de la familia de Dios por medio de nuestra conversión que JESÚS compara con un nuevo nacimiento (Juan 3:3), tal vez, es el asunto mas serio y mas trascendente que puede darse en curso de nuestra vida aquí en la tierra. Entre otras razones, lo es porque nacer de nuevo decide el destino eterno del ser humano. Le abre las puertas del más allá, con ello la esperanza más gloriosa que el ser humano pueda imaginar: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”  (Juan 11:25 RV60) Pero es un error creer que Dios le cierra las puertas a toda diversión sana del más acá y lo reduce a un ser tristón, aislado del mundo, de cara larga y consternado, triste y sombrío que solamente espera morirse para ser feliz. No. La verdadera conversión produce un gozo indescriptible en el que la experimenta, que los que no han nacido de nuevo, ignoran. La tristeza no pertenece a los síntomas de una verdadera espiritualidad. En un sentido estrictamente bíblico: “tus testimonios son mis delicias y mis consejeros.” El gozo del Señor ha de superar a las alegrías naturales, terrenales, temporales, que sin ser necesariamente pecaminosas, proceden de otras fuentes. Las delicias de nuestra experiencia con Dios ha de superar y de influenciar, todo otro motivo de alegría en este mundo, porque tener el gozo de haber llegado a la familia de Dios (Efesios 1:5) también supone la capacidad que Dios nos de comunicación: “Pues no me avergüenzo de la Buena Noticia acerca de Cristo, porque es poder de Dios en acción para salvar a todos los que creen, a los judíos primero y también a los gentiles.” (Romanos 1:16 NTV) Por eso, podemos decir: Aquí esta Dios: ¡Fuera tristeza!
Oración:
Amado Señor:
Bendito y alabado seas Padre, enviaste a tu Hijo y Él, vino a traer el gozo verdadero a este mundo. Teniéndolo a Él, lo tengo todo y poseo la verdadera razón para vivir. Ayúdame a proclamar la Buena Noticia de tu salvación y gozo para esta vida y la venidera. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia es la fuente para el verdadero gozo y la felicidad en esta vida.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pasión juvenil

Francisco Aular
Lectura devocional Salmo 119:9-1
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra (…) En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. Salmo 119:9,11 (RV60)

Todo joven es hermoso, porque la juventud es hermosa. La juventud es alegría, es la preparación y cultivación de una fuente que un día producirá vida. La juventud es la encrucijada en donde un cuerpo, lleno de sensaciones y de vida, decide por donde va. Se puede elevar a las cumbres a través del camino de la virtud o irse por el camino que no le dejará explotar el máximo de sus posibilidades en esta vida humana, tan frágil y corta. La juventud es fuego y pasión, y por ello, debe ser bien canalizada para que rinda al máximo de todo lo bueno que es capaz de dar, etapa de buena siembra para que las lluvias de otoño, traigan buenos frutos. 
En efecto, Dios, en el Salmo 119 le asigna un lugar prominente a esta etapa de la vida. Me alegro que sea así porque he bebido de este Salmo gran parte de su sabiduría, desde aquel día en que cayó en mis manos, cuando solo tenía 17 años de edad, y me enfrenté por primera vez a la pregunta: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” Igualmente, me aferré de la respuesta “con guardar tu palabra.” Así que el principio de la sabiduría, del recto comportamiento en esta vida, debe empezar con oír, leer, estudiar, memorizar, meditar y aplicar, los preceptos de Dios que tenemos en la Biblia, en la juventud. ¡Nada me produce mayor entusiasmo en estos días que ver a miles de jóvenes llenos de pasión evangelizadora, dejar todo por seguir los preceptos bíblicos! Por el otro lado, ¡Qué tragedia es ver a un joven sano de cuerpo pero enfermo del alma y prácticamente sin futuro, ya a los 18 años de edad! Es como abandonar la maratón en la primera etapa de sus 42 kilómetros. ¡Joven, tu juventud es un tesoro, cuídalo con pasión santa para tu SEÑOR! Codiciado por muchos con sus ideologías; otros te ofrecen placer, el materialismo y otros caminos que te conducirán a la muerte. ¡Limpia tu camino con la Palabra de Dios!
¡La pasión juvenil, llena del fuego de Dios te pone en la cima del árbol de la vida y desde allí podrás detallar que lo mejor está por venir! ¡Joven empínate sobre tus posibilidades infinitas para el futuro! ¡Llénate con el entusiasmo contagioso de poner práctica las ordenanzas del SEÑOR!, y podrás conservar el tesoro que tienes en ti: ¿Cómo puede un joven mantenerse puro? Obedeciendo tu palabra. Me esforcé tanto por encontrarte, no permitas que me aleje de tus mandatos. He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Te alabo, oh SEÑOR; enséñame tus decretos. Recité en voz alta todas las ordenanzas que nos has dado. Me alegré en tus leyes tanto como en las riquezas. Estudiaré tus mandamientos y reflexionaré sobre tus caminos. Me deleitaré en tus decretos y no olvidaré tu palabra. (Salmo 119: 9-16 NTV).
Pensando en ti, amado y amada joven, escribí el poema: “Pasión juvenil”, el cual te dedico hoy: ¡Que el Señor te dé larga vida para rendírsela a Él!
Pasión Juvenil
Salmo1; 119, Eclesiastés 12
Por Francisco Aular
Juventud, divina pasión
que solo una vez nos llega.
Acuérdate de tu Creador
en esa etapa primera.
¡Qué tu pasión sea JESÚS
no  te apartes de Sus huellas!
El joven que busca a Cristo,
tiene… ¡juventud eterna!
No anda en malos consejos
ni con los malos se sienta.
Es como árbol florido
plantado en una rivera.
No se marchitan sus hojas
todo lo que hace prospera.
Juventud ¡qué hermosa luces
eres música en las fiestas.
Alegría en tu familia…
Estallidos de belleza.
Con tu caminar hermoso
como tarde dominguera.
Juventud esplendorosa
renuevo de primavera.
fulgor despiden tus ojos
con las miradas inquietas.
Que todo crees resolver
con tus brillantes ideas.
Con un porvenir delante
dispuesto a hacer proezas.
Juventud, edad prodigiosa
fragancia de flores nuevas.
Juventud nunca te olvides
que vas de paso en la tierra.
Muy pronto se oculta el sol,
la luna y las estrellas…
Los hombres fuertes se doblan,
y hasta los valientes, tiemblan.
No habrá luz en las ventanas,
ni se moverán las muelas.
Ni se oirá el aleteo
de las aves cuando vuelan.
Cuando florece el almendro
y no responden las piernas.
Juventud, divina pasión
que solo una vez nos llega.
Acuérdate de tu Creador
en esa etapa primera.
¡Qué tu pasión sea JESÚS
no  te apartes de Sus huellas!
El joven que busca a Cristo,
tiene… ¡juventud eterna!
Juventud, ¡escúchame!
Por favor, no te detengas…
Juventud, con tu pasión,
con tu singular entrega,
con tus anhelos de ser
solución a los problemas.
Con tus cargas de ideales
salpicados de inocencia.
No calles tu corazón,
esfuérzate en la carrera…
Dispuesto a pedir perdón
perdonando las ofensas.
Sé ejemplo a los demás
manteniendo tu pureza.
Conságrate a tu Señor,
hazlo con todas tus fuerzas.
¿Con qué limpiar tu camino
con qué iluminar tus sendas?
Aférrate de tu Biblia,
no te aparte de la Iglesia…
por favor, no ames al mundo
ni confíes en las riquezas.
Pues sólo te llevarás
lo que al Señor, le sometas.
Juventud, divina pasión
que solo una vez nos llega.
Acuérdate de tu Creador
en esa etapa primera.
¡Qué tu pasión sea JESÚS
no  te apartes de Sus huellas!
El joven que busca a Cristo,
tiene… ¡juventud eterna!
Toronto, marzo de 2010
Oración:
Amado Señor:
¡Gracias por haber extendido tu brazo desnudo y  tu mano para llevarme a ti! ¡Qué Buena Noticia la de la salvación del ser humano por tu gracia y por nuestra fe en ti! Si volviera a vivir mil vidas, con fe, esperanza, amor y pasión las pondría nuevamente a tu servicio. Ayúdame a vivir para ti y llevar la Buena noticia a otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Todo lo que soy se lo debo a JESÚS, mi pasión y triunfo, al cual descubrí en Su Libro, la Biblia, la Palabra de Dios, en mi juventud.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

martes, 24 de noviembre de 2015

¿Por qué amo la Biblia? (4)

Francisco Aular
Lectura devocional: 1 Tesalonicenses 2:1-16
Por lo tanto, nunca dejamos de darle gracias a Dios de que cuando recibieron su mensaje de parte nuestra, ustedes no consideraron nuestras palabras como sólo ideas humanas. Tomaron lo que dijimos como la misma palabra de Dios, la cual, por supuesto, lo es. Y esta palabra sigue actuando en ustedes los que creen. 1 Tesalonicenses 2:13 (NTV)

Hace un par de meses se nos informa que el año pasado, “en el año 2014 se han distribuido 428,2 millones de Escrituras a través de Sociedades Bíblicas, incluidas Biblias completas, Testamentos, Evangelios y productos bíblicos similares más pequeños.” ¡Gracias al Señor lo que amamos la Biblia vamos en aumento, en medio de un mundo lleno de odios y guerras!
Por todo esto, llego a la conclusión que solo existen tres clases de personas en el mundo de hoy. Los que ignoran que está pasando en el mundo; los que creen saber lo que está pasando, y lo que conocen y le creen a la Biblia. “Y esta palabra seguirá actuando en los que creen.”
Aun cuando amamos la Biblia por lo que ella es, y por lo que hace, es fundamental que la amemos por lo que podemos hacer con ella en nuestras manos. Justamente el Salmo 119, que es un himno a la Palabra de Dios, nos dice: “¡Oh, cuánto amo tus enseñanzas! Pienso en ellas todo el día (…) Mira cómo amo tus mandamientos, SEÑOR. Por tu amor inagotable, devuélveme la vida.” Vs.97, 159.
En efecto, nunca podremos crecer hacia la madurez espiritual, si ignoramos la Biblia, si dedicamos poco tiempo o no dedicamos ninguno, a conocer y creerle a Dios por medio de su Palabra. En el mismo grado que creamos a la Palabra de Dios y la apliquemos en nuestro diario vivir, Dios derramará su poder, su gracia, amor y perdón, sobre nuestras vidas. Así que la Palabra de Dios tiene que llegar a ser parte real y efectiva en nuestra vida devocional, doctrinal y discipular. ¿Qué ocurre cuando dejamos que la Palabra de Dios actúa en nosotros? “Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida.” V.93 ¡Nos da vida! Notemos otra promesa que nos hace Dios en la Biblia: “¿No quema mi palabra como el fuego?  —Dice el SEÑOR—. ¿No es como un martillo poderoso  que hace pedazos una roca?” (Jeremías 23:29 NTV) ¡Dejemos que la Palabra de Dios, haga su trabajo en nuestros corazones!
Pues bien, a la luz del versículo de hoy: “Tomaron lo que dijimos como la misma palabra de Dios, la cual, por supuesto, lo es. Y esta palabra sigue actuando en ustedes los que creen.” Nos hacemos esta pregunta: ¿Qué debemos hacer con la Biblia para que siga actuando en nosotros? Sin duda encontramos en varios versículos del Salmo 119, la respuesta: Debemos tener la Biblia en alta estima: “Tus enseñanzas son más valiosas para mí que millones en oro y plata.” V.72; a la Biblia debemos estudiarla, y obedecerla: “A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo. Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo!”; debemos memorizarla: “He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti.” V.11; debemos meditar las enseñanzas de la Biblia: “Hasta los príncipes se sientan y hablan contra mí, pero yo meditaré en tus decretos. Tus leyes me agradan; me dan sabios consejos.” Vs.23,24; debemos creer y confiar en la Biblia: “Entonces podré responder a los que se burlan de mí, porque confío en tu palabra. No arrebates de mí tu palabra de verdad, pues tus ordenanzas son mi única esperanza.” Vs.42, 43; Debemos guardar y obedecer a la Biblia: “Nos has ordenado que cumplamos cuidadosamente tus mandamientos. ¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos!” Vs.4, 5; debemos compartir lo que Dios nos ha enseñado por su Palabra: “Que mi lengua cante de tu palabra, porque todos tus mandatos son correctos.” V.172.
Así que con la ayuda del Señor la Biblia es para mí: ¡El mejor Libro, elevado al mejor lugar y con el mejor propósito!
Oración:
Amado Señor:
Aquí estoy con tu Palabra abierta que  es como fuego que purifica mi ser, como la miel que endulza mi paladar, como el martillo que quebranta la piedra de mi orgullo y vanidad, forastero soy en esta tierra en tus mandamientos meditaré y con ellos viviré para siempre, que abatida hasta el polvo sea mi alma para que me vivifiques con tu Palabra, esta Palabra tuya me “dice lo que soy, de quien vine y a quien voy”. Ayúdame a proclamar esta Palabra con la oración de que no vuelva vacía. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia es: ¡El mejor Libro, elevado al mejor lugar y con el mejor propósito!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo

lunes, 23 de noviembre de 2015

¿Por qué amo la Biblia? (3)

Francisco Aular
Lectura devocional: Juan 5:31-47
Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! Juan 5:39 (NVI)

¿Por qué amo la Biblia? Porque la Palabra de Dios es poder transformador. En efecto, hace unos cuantos años efectuamos un servicio de bautismos en nuestra iglesia, entre el grupo que aquella mañana daba testimonio de su fe en JESÚS, por medio del bautismo se encontraba una joven universitaria que había sido musulmana. La joven pasó al micrófono, y dijo: “Siendo muy joven me acerqué a mis amigos musulmanes, y ellos me fueron llevando poco a poco a su doctrina… El líder de la mezquita me dio doctrina con su libro sagrado. Lo estudié a fondo, participé de todos los ritos que le son permitidos a la mujer, sin embargo, con todas esas prácticas religiosas, yo no tenía paz en mi alma. Durante esa intranquilidad que yo tenía, llegó a la universidad una profesora que todos los días traía a la clase  un ejemplar de la Biblia y lo colocaba en su mesa de trabajo. Un día me acerqué, y le pregunté, ¿quién es JESÚS? En seguida ella me dijo, tomando la Biblia en sus manos, ¡todo este libro habla de JESÚS!, te lo regalo. Se lo agradecí, y a escondidas de mis otras correligionarias, guardé la Biblia. Esa noche, literalmente, me bebí el sagrado Libro, especialmente los Evangelios; ya en la madrugada me topé con el versículo de Juan que dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna” (Juan 3:16). Obedecí al Señor y aquí estoy”. La joven finalizó su intervención diciendo: “Tanto tiempo leyendo el libro sagrado de los musulmanes, y solo conseguía temor y angustia, pero al entender este solo versículo de la Biblia, y en consecuencia, arrepentirme de mis pecados, sentí el perdón de Dios, y con ello, una paz que nunca había encontrado…”. ¡Alabado sea el Señor por el poder de su Palabra!
¿Por qué amo la Biblia? Encontramos en el Salmo 119 lo que la Biblia es capaz de hacer. En efecto, en la Palabra de Dios encontramos la verdadera felicidad, vemos en el Salmo 119: “Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del SEÑOR. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón” (vv. 1,2); por la Palabra de Dios y el poder del Espíritu Santo, encontramos, la vida eterna: “Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu palabra” (v.25); la Biblia, me fortalece, me entusiasma: “Lloro con tristeza; aliéntame con tu palabra” (v.28); por la Biblia soy verdaderamente libre: “Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos” (v.45); la Biblia me da la verdadera sabiduría, la sabiduría pura y espiritual: “Creo en tus mandatos; ahora enséñame el buen juicio y dame conocimiento” (v.66); la Biblia me da amigos verdaderos: “Soy amigo de todo el que te teme, de todo el que obedece tus mandamientos” (v.63); la Biblia me consuela en mis pruebas y luchas: “Tu promesa renueva mis fuerzas; me consuela en todas mis dificultades” (v.50); la Biblia nos guía, nos dirige: “Guía mis pasos conforme a tu palabra,  para que no me domine el mal” (v.133). ¡Esto y muchísimo más hace por nosotros el Libro de los libros! Con razón, recién convertida, la hermana Felipa de Lávinz, encargada de la librería de nuestra pequeña congregación, me hacía repetir este lema: “Lee la Biblia para ser sabio, cree en ella para ser salvo y practícala para ser santo”. Ciertamente, ¡la Biblia está viva y activa en mí!  
Concluyo diciendo: ¡Amo la Biblia, porque todos sus 66 libros proclaman la historia de la salvación del ser humano, y en esa historia el centro es JESÚS! En efecto, por las páginas doradas de las Sagradas Escrituras, más de trecientas profecías del Antiguo Testamento convergen en nuestro Salvador y Señor, ese fue el desafío que JESÚS le planteó a los judíos de Sus días y los nuestros: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!” (Juan 5:39, NVI). ¡Alabado sea el Eterno! Por eso amo la Biblia.
Oración:
Amado Señor:
¡Cuánto amo yo tu Libro! ¡Tú me hablas a través de tu Palabra! Ella es luz en mi sendero. Es mi consejera fiel. Es mi mapa para encontrarte a ti y tu santa voluntad. Señor, que de mí se lleven todo, pero que me dejen tu Libro como mi única y suficiente compañía. Ayúdame Señor a proclamarla en medio de los tiempos difíciles en los cuales vivimos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La Biblia hace en un segundo lo que a la sabiduría humana le es imposible: Produce seres humanos nacidos de nuevo para iluminar un mundo en tinieblas.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

viernes, 20 de noviembre de 2015

¿Por qué amo la Biblia? (2)

Francisco Aular
Lectura devocional: Hebreos 4:1-13
Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. Hebreos 4:12 (NTV)

Si de repente, todos los libros se desaparecieran y no quedara nada más que uno, la Biblia, no habríamos perdido nada. Porque la Biblia vale muchos más que todos los libros que los grandes literatos han producido en toda la historia de la humanidad. Esta no es solamente mi opinión, Sir Walter Scott (1771-1832), en cierta manera fue el Cervantes para la lengua inglesa de su tiempo. Este reconocido hombre de letras, estando en agonía de muerte, susurró: “Acérquenme el libro.  ¿Cuál libro, pues, tienes muchos en tu biblioteca? Hay solamente un Libro, la Biblia -fue la respuesta-”.
¿Por qué amo la Biblia? Porque Dios me ordena que ame su Palabra. Precisamente, el Salmo 119, el capítulo más largo de la Biblia con 176 versículos, es un poema acróstico de la Biblia como libro de la Ley de Dios, en cada versículo se hace referencia a Dios como el autor de este Libro. El número ocho aparece en todo el Salmo, porque fue a propósito que lo diseñó el salmista, ya que la palabra “ocho” en hebreo significa “abundancia, más que suficiente”. En efecto, el escritor nos está diciendo: “La Palabrea de Dios es más que suficiente”. Entonces, cada sección tiene ocho versículos; se mencionan ocho nombres especiales para la Palabra de Dios; se dan ocho símbolos para la Palabra de Dios: Ley del SEÑOR, testimonios, caminos, preceptos, estatutos, mandamientos, juicios y palabra; igualmente, el creyente tiene ocho responsabilidades con la Palabra. Podemos añadir que Dios, como el Creador también del ser humano, nos dejó un mapa para llegar a Él y saber cómo hacer su voluntad, ¡ese mapa es la Biblia!
¿Por qué amo la Biblia? Amo la Biblia por lo que es, como lo dice el versículo de hoy: “Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos” (Hebreos 4:12 NTV). La Biblia es agua para nuestra limpieza, desde nuestra juventud, y como dice el Salmo 119: “¿Con qué limpiara el joven su camino?” (v.9); la Biblia es riqueza y tesoro: “Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que de toda riqueza” (v.14); la Biblia es una compañera y consejera en todo tiempo: “Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros” (v.24); la Biblia, es una canción que acompaña siempre: “Cánticos fueron para mí tus estatutos, en la casa en donde fui extranjero” (v.54); la Biblia tiene una dulzura mayor que la que el mundo, nos da: “¡Cuán dulce son a mi paladar tus palabras!” (v.103); la Biblia nos ilumina el camino: “Lámpara es a mi pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (v.105); la Biblia es mi herencia que me han dejado lo que murieron por ella: “Por heredad he tomado tus testimonios para siempre” (v.111); La Biblia es y será mi riqueza para siempre: “Me alegro en tu palabra como alguien que descubre un gran tesoro” (v.162. NTV). ¡Bendito y alabado sea Dios por permitirnos que llegara hasta nosotros su bendita Palabra!
Oración:
Amado Señor:
Gracias por tu palabra que me ha dado la vida verdadera y eterna a través del nuevo nacimiento, ella incrementa mi fe, sana mis heridas, me alienta porque pone alas a mi esperanza, transforma las circunstancias, me imparte el gozo continuo en mi ser, limpia mi corazón, mi alma y mi espíritu, y es mi herencia, la cual debo pasar a los que me seguirán cuando yo ya no esté. ¡Bendito y alabado seas por este gran tesoro! ¡Por ella vivo sin ella muero! En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La Palabra de Dios es alimento espiritual que me mantiene en pie, es el Menú del banquete, al cual Dios, por su gracia, me ha invitado. 
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?