viernes, 29 de noviembre de 2013

Poder y Palabra de Dios


Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 4:1-13
Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo (…) Así que, si me adoras, todo será tuyo. Jesús le contestó:—Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él.” Lucas 4: 5,7,8 (NVI)
Era tarde la noche, cuando sonó el teléfono. ¿Quién será a estas horas? Pensé. Rápidamente, reconocí la voz del colega pastor que me llamaba: “Francisco, estamos aquí en las oficinas del partido, y estamos pensando en ti para que seas el candidato a la cámara de diputados, representando a tu estado…”Aunque no niego que la política, me apasiona. Muy joven hice la decisión entre JESÚS, y la política partidista, con toda la ambición por el poder temporal que conlleva ese compromiso. Verdaderamente, no me fue difícil decirle que no a mi amado hermano. ¡El tiempo me ha demostrado que hice la decisión correcta en aquella oportunidad! Por otra parte, en mi denominación cristiana tenemos una idea muy clara en cuanto a la separación de la Iglesia y el Estado, y de las nefastas consecuencias que ha traído en la historial, la mezcla del poder religioso y el político. Desde luego que esta posición no impide que como ciudadano tanto de la tierra como del cielo, ejercite mi deber ciudadano y tenga y exprese en un momento dado, mis simpatías y voto por cualquiera de las parcialidades políticas que se presenten en las elecciones.
Pues bien, volviendo a la Palabra de hoy: ¿Cuál es la propuesta de Satanás a JESÚS? Ponerle a su servicio todo el poder, la gloria y la honra que este mundo pueda ofrecer, según él, “porque son míos para dárselos a quien yo quiera”. En otras palabras. “Te daré poder político ilimitado”, “Te haré famoso en todo el mundo”, “Te daré todo el poder en lo religioso, en lo económico, en lo militar” “Te imaginas: todos se postrarán delante de ti” “El esplendor que le he dado a el emperador romano, será pequeño ante el que daré a un simple judío como tú” Aquí está mi condición: “Te daré todo esto si me adoras.”
La verdad es que el diablo es un falta de respeto, un descarado que no se detiene ante nadie, le propone nada más a que renuncie al plan que el Padre le había encargado a JESÚS, desde antes de la fundación del mundo, en la eternidad pasada. El diablo, le propone a JESÚS que haga a un lado Su Misión que lo trajo al mundo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19:10)
Ahora bien, no debemos olvidar que en la eternidad presente que comenzó con la creación del ser humano, nuestro primer padre Adán, había sido tentado por el mismo Satanás y había caído. Así Satanás usurpó todo el poder y la autoridad que Dios le había dado a  Adán y Eva. Para decirlo bien claro, Adán y Eva, cayeron en la tentación y prácticamente, “por un plato de lentejas”, vendieron la primogenitura, es decir: el título de propiedad de la tierra. ¿Cómo puede el ser humano recobrar lo que perdió en el Paraíso? Ya lo veremos. Por ahora todavía, Satanás tiene autoridad para hacer y deshacer a su antojo. Por supuesto que no hará nada si Dios no se lo permite.
En efecto, JESÚS, lo sabe y por ello le dice: “Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.” ¡Lo eterno le había ganado a lo temporal una vez más! Con Pablo podemos afirmar: “Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo.” (Romanos 5:17 NTV)
¿Cuáles son los beneficios eternos de la victoria de JESÚS sobre las tentaciones del diablo? Permítame, un párrafo más. Déjeme explicarlo.
Prácticamente, estamos a las puertas mismas de la eternidad futura, como lo narra Juan en su Apocalipsis capítulo 5. ¡Este evento ocurrirá muy pronto! Allí un ángel pregunta: “¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?” El énfasis es la palabra “digno”. La respuesta vino, nadie fue encontrado digno de hacerlo entre todos los seres humanos que ha vivido. La tristeza y las lágrimas de Juan, nos revelan que no hubo ninguno digno; si no hay quien pueda recobrar aquel libro que son las escrituras de propiedad de la tierra, perdidas en Adán, Satanás se quedará para siempre dominando este mundo y haciendo gala de darlo a hombres que por hacerse poderosos nos dominaran. De repente uno de aquellas voces celestiales, respondió: “¡Deja de llorar! Mira, el León de la tribu de Judá, el heredero del trono de David, ha ganado la victoria. Él es digno de abrir el rollo y sus siete sellos”. (Apocalipsis 5:5) ¡JESÚS es digno! Él recobró el titulo de propiedad de todo cuanto existe en el cielo y en la tierra para siempre! ¡No vendamos barato lo que costó Su preciosa sangre! Él venció descansando en las promesas de Dios en Su Palabra, nosotros también, ¡venceremos!
Oración:
Amado Padre celestial:
Sin tu presencia constante, el tentador pronto me vencería. Mantenme con todo tu poder y tu gracia, muy cerca de ti. Dame entendimiento para discernir entre tu voluntad y la voluntad de los que me ofrecen, las  vanidades de este mundo, por desobedecerte y alejarme de ti. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Entre el poder de este mundo y la Palabra de Dios, la Biblia es mi opción eterna y segura.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



jueves, 28 de noviembre de 2013

¡Hoy mi alma te alaba SEÑOR!


Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional Salmo 9
Te alabaré, SEÑOR, con todo mi corazón; contaré de las cosas maravillosas que has hecho. Gracias a ti, estaré lleno de alegría; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. Salmo 9:1,2 (NTV)
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque eres mi Padre santo y fiel, así me lo enseñó tu amado Hijo JESÚS: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9) Soy tu hijo porque desde antes de la fundación del mundo, me escogiste con un propósito eterno y cuento con tu bendición en “los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3.4) Me abriste la puerta de tu casa y me hiciste miembro de tu familia: “Yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa” (Salmo 5:7) ¿Qué ha hecho posible tanta bendición y privilegio? No son las virtudes humanas que yo posea, no han sido tampoco mis buenas acciones que pude haber hecho. Lo que ha abierto la puerta de tu casa para mí ha sido tu misericordia, tu fidelidad, tu gracia y tu amor.
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque tu fidelidad y no la mía, hace que tu misericordia no tenga ni una sombra de duda, sabes quien soy, de donde vine y a donde voy, porque soy creación tuya: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:13,14 RV60) Yo nací, desperté y allí estabas sonriendo porque al fin yo había llegado. ¡Ese eres tú mi amado SEÑOR! Ningún ser humano es un accidente. Tu amor por el ser humano es firme y duradero: “En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.” (1 Juan 4:10 NTV)
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque tu compasión y bondad nunca fallan y eres inmutable. No cambias nunca. Eres el mismo ayer, hoy y por los siglos de los siglos. Tu amor es firme y continuo; no se ve afectado por mis emociones. Ese amor es la expresión firme de quien eres: “Dios es amor” (1 Juan 4:8 RV60), el amor tuyo hacia mí, no es fruto de un premio a mi buena conducta. Tu amor SEÑOR en sencillamente maravilloso; es lamentable que yo ha sido tan lento para responder a tu gran amor; y maravillado estoy que nunca voltearás tu rostro para no verme, porque me amas y me amas mucho que yo a ti, nunca me podré esconder de tu amor: “Oh SEÑOR, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir  incluso antes de que lo diga, SEÑOR. Vas delante y detrás de mí.  Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!” (Salmo 139:1-6 NTV)
Hoy mi alma te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios de las estaciones del año, aunque yo cambie y cambie mis vestiduras. Tú permaneces fiel. Sin embargo, tú quieres que yo ame como tú amas, que perdone a mis enemigos como tú lo haces, que sea santo como tú eres, que sea un ser humano de paz como tú la das. ¿Oh SEÑOR cómo puedo lograr todo ello para tu honra y gloria? Ese amor tuyo solamente puede hacerse realidad en mí, únicamente a través de JESÚS. Ese fue el amor que lo trajo del cielo a la tierra; ese amor lo llevó a la cruz en mi lugar (Juan 3:16)
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque sé que las puertas del cielo están abiertas. Tú me invita a acercarme y ser parte de tu familia: “Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios.” (Efesios 2:19 NTV) JESÚS mismo me lo repite continuamente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20 RV60) ¡Dios no cambia y es fiel, su invitación es para una acción inmediata! Dejémosle entrar con humildad y arrepentimiento por nuestros pecados, a nuestro corazón, haz una sincera oración con tus propias palabras y en su misericordia y fidelidad, JESÚS te oirá. Él ya pagó el precio para hacerte miembro de Su familia. Los brazos de Dios te esperan.
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias Señor por tu presencia en mi diario vivir! Hoy mi alma te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios de las estaciones del año, aunque yo cambie y cambie mis vestiduras, Tú permaneces fiel. Ayúdame a proclamar tu amor, tu fe, y tu esperanza en medio de un mundo en crisis. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La acción de gracias es una experiencia del espíritu y del alma.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 27 de noviembre de 2013

¡Perdidos...o salvados! (3)


Francisco Aular
faular@hotmail.com
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido y es hallado…Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Juan 3:16; Lucas 15:24; Lucas 19:19 (RV60)
¡Perdidos…o salvados! ¿Qué significa estar perdido? En la hermosa pieza literaria -tan breve y exacta-, la triple parábola de Lucas 15, JESÚS usa las ilustraciones de la moneda perdida, la oveja perdida y el hijo perdido. La moneda estaba perdida y como objeto era impotente para salvarse, la oveja estaba perdida por descuido y como animal que necesita al pastor, no podía salvarse a sí misma; pero el hijo estaba perdido por su propia voluntad y lo que necesitaba era volver al Padre que lo esperaba. Un final feliz tienen las tres parábolas para enseñarnos que hay gozo en el Cielo cuando un pecador es salvado. Igualmente, una cosa o una persona puede perderse de dos maneras, como lo explica el teólogo español Francisco Lacueva en su libro Mensajes de siempre para el hombre de hoy: “por hallarse fuera del lugar o por echarse a perder. Si alguien me roba la cartera con el dinero y la documentación que contiene, he perdido la cartera con la documentación que contiene, la he perdido porque debería estar en mi bolsillo y se halla en manos de quien no es su dueño, aun cuando la cartera no haya sufrido por ello, ningún deterioro. Pero si compro un kilo de carne y la dejo en verano durante varios días fuera de la nevera, la carne no ha cambiado de lugar, pero se echa a perder. De ambas maneras estábamos perdidos cuando Jesucristo vino a buscarnos y a salvarnos: éramos ovejas perdidas y echadas a perder”.
 Calvino describió el estado del pecador como “depravación total”, con esto quiso decir que el ser humano no tiene capacidad alguna para realizar un acto de justicia divina; puede hacer lo bueno, lo moral, lo que le pide la religión delante de los ojos de los demás seres humanos, tan caídos como él, pero no lo que es bueno delante de los ojos de Dios.
¡Perdidos…o salvados! Cuando la Biblia nos habla de ser salvo es porque el ser humano sin Dios como su Salvador está perdido. No es asunto de razonar y pedir explicaciones, es inútil disertar sobre ello; en efecto, ante la justicia y santidad de Dios, todo ser humano está irremediablemente perdido: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Pero también el Evangelio es Buena Noticia: “Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23 NTV). ¡Esta es la verdad de la Buena Noticia que nos llegó desde el cielo: La salvación es un regalo! Como la parábola del hijo pródigo, estamos alejados de Dios, perdidos y tenemos que volver arrepentidos a nuestro Padre celestial, y Él dirá: Teníamos que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!” (Lucas 15:32 NTV).
¡Perdidos…o salvados! No, no le eche la culpa a Dios, ni a su naturaleza humana, ni a sus familiares y amigos, tampoco a sus educadores. No le eche la culpa a nadie de su situación espiritual personal. La salvación no es un asunto meramente intelectual o emocional es una decisión de nuestra voluntad. Tampoco intente comprarle a Dios su salvación por hacer buenas obras. Reconozca que está perdido y que el ¡Padre, le espera para darle su perdón y su misericordia!
¡Perdidos…o salvados! Quizá usted que me ha seguido atentamente en la lectura de estas Perlas del Alma, se esté preguntando cómo puede ser salvo. Somos salvos por una invitación personal, y una entrega a JESÚS por medio del arrepentimiento de nuestros pecados, y un anhelo de servirle de aquí adelante y ser un instrumento para su causa en este mundo.  Usted puede ser salvo ahora mismo, como dice la Biblia: “El mensaje está muy cerca de ti, está en tus labios y en tu corazón”. Y ese mensaje es el mismo que nosotros predicamos acerca de la fe: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:8,9 NTV). Si el Espíritu Santo está tocando ahora mismo la puerta de tu vida, haz tu decisión por medio de una oración como ésta: Amado JESÚS: Gracias porque me amas y viniste a buscarme y a salvarme. Señor te necesito y sé que por tu Espíritu Santo y por la Palabra, puedo nacer de nuevo. Me arrepiento de mis pecados, te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Ocupa el trono de mi vida. Hazme la persona que tú quieres que sea dentro de tu Reino y de tu Iglesia... Señor, gracias por escucharme y perdonar mis pecados. Gracias por haber entrado a mi vida. Amén.
¿Expresa esa oración lo que estás sintiendo en tu corazón, mente y en tu voluntad? Hazla ahora mismo y JESÚS entrará a tu corazón como Él lo ha prometido: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). ¡Bienvenido(a) a la familia de Dios! Escríbeme por favor, para enviarte una literatura de discipulado inicial. ¡Gloria al Señor!
Oración:
Gracias Señor por llamarme y poner en mí la fe para dar el paso de la muerte a la vida, y por tu presencia constante. Gracias porque estás aquí y ahora conmigo. Gracias por amarme y sostenerme hasta el momento en ir a tu presencia. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
JESÚS es el Camino de regreso a casa que perdimos con Adán.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

martes, 26 de noviembre de 2013

¡Perdido...o salvados! (2)


Francisco Aular
faular@hotmail.com
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido y es hallado…Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Juan 3:16; Lucas 15:24; Lucas 19:19 (RV60)
¡Perdidos… o salvados! Los sesenta y seis libros de la Biblia proclaman, sin pedirnos permiso, ¡qué todo ser humano está perdido y necesita salvación! El mismo JESÚS, con su carácter santo y misericordioso, no se anduvo con evasivas, ni con palabras que sonaran agradables a los oídos de aquellos primeros oyentes, al hablar de ese asunto. No mitigó en lo más mínimo, las durezas del tema con palabras que pusieran dudas acerca de la cruda realidad de la situación del ser humano delante de un Dios santo, sino que proclama con énfasis, una y otra vez, palabras como éstas: “Aquellos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:46); e igualmente, “Y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29).
¡Perdidos… o salvados! Desde que Adán escogió hacer su propia voluntad en vez de vivir bajo la dirección de Dios, nosotros sus descendientes nacemos pecadores y enemigos de Dios. En consecuencia, todos estábamos perdidos y sin esperanza. Marchábamos sin freno por el camino ancho de la condenación eterna. Pero Dios nos envió a JESÚS como la única esperanza, por eso en Isaías 53:6 leemos: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros”. De allí que el Señor Jesucristo nos confirma esta profecía, tanto con su vida como con su muerte, pero también por medio de sus Palabras: “…yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10:10b). También señaló, una y otra vez: “Yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10); “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
¡Perdidos… o salvados! Podemos afirmar también, lo que alguien dijo: “Hay muchos caminos para apartarse de Dios, pero solo un camino para volver: JESÚS”. En efecto, la Biblia dice: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en Él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios” (Juan 3:17,18). En efecto, uno no tiene que morir para saber que está condenado o salvado. Fíjese en el tiempo del verbo; está en presente: “El que cree en él no es condenado” (aquí y ahora), pero el que no cree ya está condenado (aquí y ahora)”.
En el aquí y en el ahora decidimos el dilema: ¡Perdidos… o salvados! Estoy consciente que cada uno de nosotros se aferra en esta vida a sus propios ídolos: los placeres de la carne, sus posesiones materiales, el poder, la fama, diversiones, etcétera. Todos, de una manera u otra, nos alejamos de Dios. Vivimos esta vida humana y en este mundo terrenal, como si fuera para siempre. Perdemos la brújula que debe marcar el verdadero sendero que nos conduce al Cielo. Algo tan importante como es la vida que viviremos para siempre se la dejamos a los buenos amigos que quedan atrás; que pidan por nosotros. Me consta, por haber oficializado decenas de entierros que, aun los mejores deseos que se dicen al lado del ataúd o la tumba de un ser amado, lo mas lejos que llegan es hasta las puertas del cementerio, al regreso del campo santo, decimos como ese refrán español: “¡El muerto al hoyo y el vivo al pollo!”… Por esta razón, creo que nuestro Dios, en su misericordia y mientras vivamos, nos extiende su amor infinito y una y otra vez en la vida, y nos ofrece la oportunidad de que lo conozcamos y seamos salvos. Aun muy dentro de nuestro ser, nuestra alma pide que la llenemos de eternidad, es decir, de Cristo. Por eso, uno de los grandes teólogos, Agustin de Hipona dijo: “Señor nos hiciste para Ti, y está intranquilo nuestro corazón hasta que descanse en Ti”, y el gran físico y filósofo Blas Pascal dijo: “En el corazón del ser humano existe un vacío con la figura Dios, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada sino con Dios mismo, el Creador, revelando en Jesucristo”. Poéticamente lo expresó Amado Nervo:
Inútil la fiebre
que aviva tu paso,
no hay agua que pueda
calmar tu ansiedad
por mucho que bebas.
El alma es un vaso
que sólo se llena
con eternidad.
Oración:
Gracias Padre eterno por dejarnos un mapa para buscarte y enontrarte: La Biblia. “Ella me dice quien soy de donde vine y hacia donde voy” También me dice cómo ser salvo para siempre, y ser encontrado y transformado por el poder del Espíritu Santo. Ayúdame Señor a obedecer tu Palabra porque ello es todo en esta vida y en la venidera. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
¿Perdido o salvado? Es la pregunta que exige una respuesta individual.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 25 de noviembre de 2013

¡Perdidos o salvados! (1)


Francisco Aular
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna…Este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido y es hallado…Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Juan 3:16; Lucas 15:24; Lucas 19:19 (RV60)
Existen temas de la Biblia que son de vida o muerte. Hoy meditamos sobre uno de ellos: ¡Perdidos o salvados! Si en realidad, después de cincuenta años, estudiando la Palabra de Dios, el tema que voy a tocar, no fuese importante, no escribiría al respecto. Pero toda la Biblia desde Génesis hasta el Apocalipsis nos proclama esta doctrina y es necesario que la anunciemos. Veamos: 
¡Perdidos…o salvados! He aquí el dilema inevitable para todo ser humano que viene al este mundo. No lo podemos evitar, no lo podemos eludir. Porque tarde o temprano el dilema me tocara a mí y te tocará a ti también. Es más tocará a todos tus descendientes. Nos tocará a todos. Nadie podrá salir corriendo por una puerta de escape a este dilema que exige una decisión y que se nos presenta delante de nosotros desde que nuestra madre nos trajo al mundo: o seremos salvos aceptando el regalo de la salvación a través de JESÚS y seremos felices por toda la eternidad en el Cielo al lado de nuestro Salvador y Señor, o estaremos perdidos, para toda la eternidad, en el despreciable lugar del Infierno. Déjame serte lo más sincero y claro posible porque tú y yo, y todos los que vivimos en este mundo hoy, estamos en el vértice de una decisión que tomar. Y tenemos que hacerla mientras estamos en el camino de la vida humana. Ir al Cielo o al Infierno es algo voluntario. ¡Nadie irá obligado al Cielo porque allí solo reina el gozo, la paz y la bienaventuranza infinita de los que voluntariamente, lo elegimos! Pero si en esta vida, te resultan molestosas, aburridas e incómodas las cosas de Dios. ¡Tú has elegido el Infierno! Lo pienso y expreso de esta manera: imagínate que te mueres y tus familiares y amigos, que igual que tú, no viven una vida que agrada a Dios, se reúnen para pedirle a Dios que por favor te lleve al cielo. ¿Por qué habrá de hacerles caso? Al fin y al cabo, Dios sabe que nunca apreciaste ni Su Palabra ni a Su Hijo en este mundo. No sabes nada de Su Palabra. Nada de Su iglesia. Amaste solamente las cosas temporales, esas que siempre se quedan aquí, cuando nos vamos de este mundo. Creo que Dios diría, y solemnemente y  te lo digo con la Palabra: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de  mi Padre que está en los cielos…Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7.21, 23b) Estoy convencido de esto, Dios no hizo el Infierno para el ser humano, sino para el diablo y sus seguidores. Depende de nosotros, en esta vida, con quién queremos pasar la eternidad. Serás lo que quieras ser, y estarás donde quieras estar. ¡Es tu decisión!
¡Perdidos…o salvados! Jesús de Nazareth, vino desde el cielo para hablarnos principalmente de este importante asunto, porque como lo dijera el famoso estudioso bíblico el doctor W.G.T Shedd: “Jesucristo es el responsable de la doctrina de la perdición eterna. Todos los que se oponen a este dogma teológico están en conflicto con Él. Ni la iglesia cristiana ni el ministerio cristiano son los autores del mismo. El ministerio cristiano jamás habría inventado tal dogma; tampoco lo hubiera predicado durante los siglos de la era cristiana, como Jeremías, con lágrimas y reticencia, salvo por mandato del mismo Señor Dios que dijo: “Dirás todo lo que te mande” (Jeremías 1.7) Sin duda es más agradable a nuestros corazones hablar acerca de la felicidad de los salvados que de los sufrimientos de los perdidos; ambas verdades deben ser proclamadas si hemos de predicar toda la verdad tal como Dios nos la ha hecho conocer. Más aún, el amor salvífico de Dios sólo puede apreciarse adecuadamente con ese estado de pecado y miseria del cual Cristo vino a salvarnos. Si rechazamos lo que la Biblia dice acerca del infierno es porque no tenemos una comprensión y apreciación adecuadas del glorioso evangelio del Dios bendito. Sólo en su luz podemos ver el verdadero significado de la pregunta del carcelero de Filipo, hecha a Pablo y a Silas: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30) Ciertamente, la obra de JESÚS en la tierra, sería en vano, sino la tomamos en cuenta y hacemos la decisión de su oferta de salvación: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10)
Permítame ilústralo de esta forma, cuando llegué a la iglesia, los amados de ese tiempo no andaban por las ramas a la hora de anunciar esta verdad de ¡Perdidos o salvados! Los hermanos, no solo lo hablaban, explicaban o predicaban: ¡También lo cantaban! Allí estaba yo en aquella mañana de agosto de 1963, mi pastor el hermano Carlos Clark, en su primer culto en la gran ciudad de Caracas, dirigió el himno e hizo el llamamiento, mientras en el piano, la pianista, Ruth Ayllón, tocaba la inolvidable melodía: “Pecador ven a Cristo Jesús”. Me puse en pié, y conmovido pasé al frente donde me esperaba mi pastor para darme la bienvenida a la familia de Dios… (Efesios 2:19) ¡Qué gran día ese para este pobre pecador! Dios ya ha puesto 50 años entre aquel día y este momento, pero todavía me parece oírlo, con aquel énfasis de su letra de ¡perdidos o salvados! He aquí la letra:
                 I
Pecador, ven a Cristo Jesús,
Y feliz para siempre serás,
Que si tú le quisieres tener,
Al divino Señor hallarás.
CORO
Ven a Él (pecador), ven a Él, (pecador)  
Que te espera tu buen Salvador.
Ven a Él (pecador), ven a Él (pecador)
Que te espera tu buen Salvador.

                 II
Si cual hijo que necio pecó
Vas buscando a sus pies compasión
Tierno Padre en Jesús hallarás
Y tendrás en sus brazos perdón.
               III
Si, enfermo te sientes morir,
Él será tu doctor celestial,
Y hallarás en su sangre también
Medicina que cure tu mal.
               IV
Ovejuela que huyó del redil,
¡He aquí tu benigno Señor!
Y en los hombros llevadas serás
De tan dulce y amante Pastor
(CBP El Nuevo Himnario Popular #62)
Oración:
Gracias Señor por llamarme y poner en mí la fe para dar el paso de la muerte a la vida, y por tu presencia constante. Gracias porque estás aquí y ahora conmigo. Gracias por amarme y sostenerme hasta el momento en ir a tu presencia. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡Perdido o salvado! Depende de nosotros, en esta vida, en donde queremos pasar la eternidad.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 22 de noviembre de 2013

La muerte que cambió al mundo


Francisco Aular
Lectura devocional Hebreos 2:5-18
No obstante, lo que sí vemos es a Jesús, a quien se le dio una posición «un poco menor que los ángeles»; y debido a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está «coronado de gloria y honor». Efectivamente, por la gracia de Dios, Jesús conoció la muerte por todos. Hebreos 2:9 (NTV)
Era viernes, 22 de noviembre de 1963, hace exactamente 50 años, hubo una muerte que cambió practicamente la situación de Estados Unidos y el mundo. ¿En dónde estaba yo en ese momento? Mi compañero de trabajo, Orestes Martín Ramos y yo, estabamos saliendo del Restaurante Splendor, el cual quedaba justamente enfrente del estudio fotográfico Luz y Sombra, en donde trabajábamos, entre las esquinas de Reducto a Municipal, frente a las Torres de El Silencio. El  restaurante estaba lleno ese día, y tenían un aparato de televisión en blanco y negro, estrategicamente ubicado a la vista de los comensales.  Serían como las 12 y 45 minutos; la gente estaba viendo el Show de Victor Saume por Radio Caracas Televisión. Entonces, escuchamos la conocida música de una noticia importante… Martín me preguntó ¿qué pasará?, nos regresamos, lo primero que oímos fue un rumor como de una queja colectiva que se convirtió en grito: “¡Asesinaron al Presidente John Kennedy!” Por aquellos años, los Kennedy habían ido a Venezuela,–John y su esposa Jackie en sus intentos de hablar español, se habían ganado el cariño de los venezolanos, en su visita a Venezuela inaugurando su proyecto Alianza para el Progreso-. Entre esos afectos, el mío. Ahora aquel hombre había sido vilmente asesinado en su propio país. Ahora bien, aquella mañana de este fatídico día, el Presidente Kennedy, había abandonado la Casa Blanca y el avión presidecial lo llevó a Dallas, Texas. Pienso que si el Presidente John F. Kennedy, hubiera sabido de antemano que sería asesinado y que la muerte lo estaba esperando en la ciudad de Dallas en Texas, en aquel día, él nunca hubiera ido.
Sin embargo, la muerte de JESÚS, se había anunciado, se había profetizado y Él, sí sabía de antemano que la muerte, y la forma de su muerte le esperaban “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51 RV60) igualmente, en Su agonía en Getsemaní exclamó sabiendo que estaba en el punto de no retorno en el plan eterno de la salvación para el ser humano: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42) Sí, la cruz de JESÚS, fue una muerte anunciada ¡aún antes de la fundación del mundo!: “Hace mucho tiempo, antes de que formara al mundo, Dios nos escogió para que fuésemos suyos a través de lo que Cristo haría por nosotros; y resolvió hacernos santos, intachables, por lo que hoy nos encontramos revestidos de amor ante su presencia. Su inmutable plan fue siempre adoptarnos en su familia enviando a Cristo para que muriera por nosotros, y esto lo hizo voluntariamente en todo sentido” (Efesios 1:4-5 Lo más importante es el amor) Los especialistas bíblicos nos dicen que más de trescientas profecías del Antiguo Testamento, se cumplen en JESÚS en toda Su vida, pasión y muerte. Mientras escribo esto, tengo delante de mí, en mi Biblia personal subrayada 29 profecías que hablan de la traición, muerte, sepultura de nuestro Señor Jesucristo, fueron pronunciadas en diferentes oportunidades por muy diferentes voces y escritores durante los cinco siglos 1000-500 A.C., y ¡asombrosamente, todas ellas fueron cumplidas literalmente en JESÚS en un período de veinticuatro horas de duración! Esto nos revela que JESÚS es quien dijo ser: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44 RV60)
Frente a la imposibilidad de que algo así ocurriera con cualquier ser humano, tenemos delante de nosotros -según el escritor inglés C.S Lewis-, un trilema planteado  ante la pregunta ¿Quién es JESÚS?: ¿Señor, mentiroso o lunático? Y concluye así: “Un hombre que fuera solamente un hombre y dijese las cosas que JESÚS dijo, no sería un gran maestro de moral. Podría ser un lunático con delirios de grandeza, o bien podría ser el mismo diablo del infierno. Le corresponde a usted decidir. Si este hombre fue, y es, el Hijo de Dios; o si es un demente; usted puede tacharlo de demonio, o puede caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no venga con un aire de superioridad a decir que JESÚS fue un gran maestro de moral. Él no nos ha dejado esa alternativa”… ¿Qué responderás? No tome en vano a JESÚS porque Su muerte cambió al mundo.
Oración:
Padre eterno:
Sí, me doy cuenta que JESÚS es quien dijo ser mi Señor y Salvador. Y por eso, gracias a las profecías que anunciaban la muerte de JESÚS por mí, me inclino ante Él y lo adoro con profunda reverencia. Ayúdame a proclamar a tu Hijo como el único camino hacia ti. En el Nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
La tarea de JESÚS fue morir para salvarnos, la nuestra aceptarlo como el Señor y Salvador de nuestrras vidas.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

jueves, 21 de noviembre de 2013

A pesar de todo


Francisco Aular
Lectura devocional: Habacuc 3:16-19
Con todo yo me alegraré en el SEÑOR, me regocijaré en el Dios de mi salvación. Habacuc 3:18 (La Biblia de las Américas)
Vivimos tiempos difíciles y no podemos ser indiferentes, tarde o temprano, nos tocará a nosotros sufrir también. ¿Qué vamos hacer cuando por todas partes vemos sólo pleitos y peleas, violencia y destrucción? ¿Cuándo vemos que los malvados maltratan a los buenos y por todas partes hacen injusticias? ¿Cuándo nuestros valores familiares son pisoteados y se da mal ejemplos a nuestros niños, precisamente por aquellos que debieran ser modelos para ellos? ¿Cuándo los poderosos se lanzan sobres sus enemigos como el águila sobre su presa? ¿Cuándo no existe respeto por las autoridades por Dios establecidas porque esas autoridades no respetan a los otros, y se burlan de los demás reyes, y de los que están en eminencia en los distintos sectores de la sociedad? ¿Cuándo sentimos que los malos vienen contra nosotros como un huracán que llega, golpea y se va; pero son culpables de un gran pecado: no tienen más dios que su fuerza? ¿Cómo vamos a poder enfrentar la vanidad de los orgullosos que son como la muerte que siempre quiere más; son como la tumba que nunca está satisfecha? ¿Cuándo le pedimos con gritos a nuestro Dios que nos salve pero Él pareciera que no nos escucha, y nuestras oraciones no pasan del techo? Todas estas interrogantes estaban en el corazón del profeta Habacuc (alrededor del año 600 a. C), cuando escribió el libro que lleva su nombre. Este libro nos presenta la agonía del profeta ante el sufrimiento del ser humano y la paciencia de Dios que no actúa tan rápido como el profeta quisiera. Dios, le responde al profeta diciendo que todos esos que los gobiernan y los mantienen esclavos, algún día les rendirán cuenta; y por fin, el profeta, encuentra la paz y hace su oración inmortal: “Cuando yo escucho todo esto, me tiemblan los labios y todo el cuerpo; siento que mis huesos se desmoronan, y el que suelo se hunde bajo mis pies. Pero yo espero con paciencia el día en que castigarás a los que ahora nos atacan. Aunque no den higos las higueras, ni den uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas, siempre te alabaré con alegría porque tú eres mi salvador. Dios mío tú me das fuerzas; me das la rapidez de un venado y me pones en lugares altos”. (Habacuc 3:16-19 la Biblia traducción actual)
Por encima de las circunstancias que nos dominan -y no podemos esconder la cabeza en un hoyo-, el cristiano nacido de nuevo es realista, sabe que la solución es divina y no humana. Por ello, descansa completamente en Dios, mientras lleno de ánimo asume su misión histórica a la luz de su destino eterno: Dios es paciente y no quiere que ninguno se pierda, así que se lanza a la conquista de los hombres y mujeres para su Señor y Salvador JESÚS, a pesar de todo.
Oración:
¡Dios mío! A pesar de todo nuestros pecados y errores, yo sé bien que los seres humanos somos parte de tu plan eterno de unirnos como una familia bajo el dominio y poder de tu amado Hijo, eso me llena de gozo y por eso tiemblo en tu presencia; si te enojas contra mi, no dejes de tenerme compasión, tu grandeza ilumina los cielos; y la tierra entera algún día te alabará en el nombre de JESÚS.  Amén.
Perla de hoy:
A pesar de todo, Dios es la Luz al final del túnel.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Hambre y Pan


Francisco Aular
Lectura devocional: Lucas 4:1-13
El diablo entonces le dijo:—Si de veras eres Hijo de Dios, ordena a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó:—La Escritura dice: “No sólo de pan vivirá el hombre. Lucas 4:3,4 (DHH)
Tres tentaciones o pruebas vinieron  sobre JESÚS, sin duda, Él oyó lo que el tentador le presentó y vio las opciones, pero no cayó en la seducción, como lo hizo el primer Adán. Recordemos que el Señor había sido bautizado por Juan el Bautista, y delante de él, allí mismo, en el río Jordán, la gloria de Dios se manifestó desde el cielo; luego el Señor, al inicio de su Ministerio, entró en comunión con su Padre y hasta la necesidad de alimentos fue hecha a un lado para no distraerse en la verdadera nutrición de nuestras almas y espíritus, la comunión con el Eterno. Allí JESÚS estuvo completamente solo. Detrás, habían quedado el tiempo en que había sido niño y joven, sus padres humanos, el trabajo en la carpintería, todo eso lo hizo a un lado. JESÚS había entendido su Misión: “Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). El Evangelio nos dice que después de esta experiencia de inicio en la obra que había venido a realizar, “tuvo hambre”.
“¿Que es tener hambre? De los siete mil millones de seres humanos que habitamos este planeta en este momento, mil millones viven en condiciones infrahumanas por la pobreza y su hermana natural, el hambre. Esto es un desafío para el resto de la humanidad. ¿Cómo llegamos allí? La sequía que impide la siembra y la cosecha es una de las causas; la inestabilidad política es otra, ya que sistemas ideológicos llegan al poder producen pobreza y mantienen al ser humano en pobreza para poder gobernarlos con sus limosnas lanzadas muy de vez en cuando.
¿Cómo podemos ayudar? Dos grandes tendencias para que no haya hambre han estado en boga desde el inicio de nuestra civilización, dar comida a la gente o enseñarlos a producirla. Siglos antes de Cristo, un filósofo chino dijo: “Dadle a un hombre un pescado y comerá por un día; enséñalo a pescar y tendrá comida todos los días de su vida”. ¿Darle o enseñarle? He ahí nuestro dilema desde que el mundo es mundo.
Pues bien, allí en aquel desierto de Judea, JESÚS estuvo solo y hambriento. Él era consciente de su propósito al venir a este mundo, también sabía que tenía todo el poder como Todopoderoso que es, sin embargo, Él no usaría su poder para su propio beneficio, y mucho menos, para complacer a Satanás, la Biblia nos dice: “Porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe  en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16; NTV).
¿Cuál método utilizaría JESÚS para cumplir la tarea que el Padre le había encomendado? ¿Cómo hacer realidad aquel plan de salvación que la Trinidad había hecho desde la eternidad pasada para el ser humano? Un camino para conseguir seguidores era producir pan y darles, es decir las cosas materiales. Más adelante, en el desarrollo de su Ministerio, Él lo hace cuando alimenta a más de cinco mil personas a partir de dos peces y cinco panes. Pero también les reclamó, cuando aquellos hambrientos volvieron a Él para que los siguiera alimentando: “Jesús les contestó:—Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas. No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre. Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación” (Juan 6:26,27; NTV).
¡Nosotros no debemos sobornar a nadie para que crea en JESÚS, predicándoles un evangelio de ofertas! JESÚS nos enseñó por sus palabras, sus hechos y ejemplo que la recompensa por seguirlo es una Cruz. Nos enseñó que “más grande cosa es dar que recibir”. Hoy, millones de personas van a los templos buscando lo que les dan, y viven sus vidas sin comprender la verdad, que esta vida es la antesala del cielo; estoy seguro que allá en la eternidad futura, Dios tendrá muchas cosas que debemos hacer, y el darse aquí, simplemente, es una prueba de si somos o no sus discípulos. La Palabra de Dios y JESÚS son nuestra verdadera razón de ser y hacer, ¡frente al hambre y pan simplemente materiales!
Aquí en Canadá vivimos en un estado socializado y democrático; es un país rico pero no se olvida de los pobres, excepto por los impuestos, no se les quita la propiedad a los ricos para darles atención a  los más pobres. El gobierno tiene diversos programas para ayudar a los pobres. Eso está bien y lo admiro, sin embargo, me he encontrado con seres humanos que viven pegados a ese sistema, nunca trabajan, siempre tienen excusas, se dan los casos, que, aquí, algunos de esos “pobres” viven mucho mejor que los que trabajan, pero no son verdaderamente libres. Aquí somos tentados por el sistema a hacernos sus esclavos. ¡Que el Señor nos libre! Esto nos revela que JESÚS tiene razón: “El diablo entonces le dijo:—Si de veras eres Hijo de Dios, ordena a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó:—La Escritura dice: “No sólo de pan vivirá el hombre” (Lucas 4:3,4; DHH).
Oración:
Amado Padre celestial:
Aquí estoy Señor. Ayúdame a rechazar todo aquello que no sea la recompensa por mi trabajo y esfuerzo propio. Enséñame a escudarme en tu Palabra en la hora de la tentación. A veces mi apetito desmedido por lo material, y otras veces por mi vanidad y envidia ante lo que los demás poseen, soy tentado, pero Señor, en esta hora a tu gracia y poder me encomiendo. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
JESÚS rechazó al maligno con la Palabra de Dios. Hagamos nosotros lo mismo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?