jueves, 24 de octubre de 2013

¡Arriésgate a creerle a la Biblia! (2)

Francisco Aular

Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. Santiago 2:19 (RV60)

“¡Yo también creo en Dios y en la Biblia!” Me dijo el catedrático de una universidad, al momento de oírme presentarle el evangelio a su esposa que se había mostrado muy interesada en la fe salvadora, la fe mediante la cual, uno reconoce que no es suficiente para la salvación el conocimiento meramente religioso e intelectual de la existencia de Dios, que generalmente poseemos en nuestra cultura, y pone su confianza solamente en JESÚS, quien es la vida eterna (Juan 14:6). Me volteé hacia aquel hombre, y le respondí: Sabe doctor no es lo mismo creer en Dios que creerle a Dios. Creer en Dios, puede significar tan solo un conocimiento intelectual, en tal caso como nos dice el apóstol Santiago en el versículo 19:Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. En efecto, cuando el Señor expulsó los demonios del endemoniado gadareno exclamaron: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:29 RV60), doctor le dije: ¡El mismo diablo cree en la existencia de Dios y la divinidad de Jesús, y le esta sujeto, pero sigue siendo demonio! Así que ese tipo de creencia no es suficiente para ser salvo. Cuando le dije eso, el doctor dejó de ser indiferente y atendió el mensaje y conjuntamente con su esposa, se convirtió en un cristiano nacido de nuevo.
En cuanto a creer en la Biblia y creerle a la Biblia, es la misma situación. Hace cinco décadas cuando yo le creí a la Biblia y vine a Cristo, estaba de moda, ser ateo. Hoy está de moda creer en la Biblia, la gente sabe que este libro ha soportado todos los ataques de sus enemigos través de los siglos, y permanece siendo el libro más popular y de mayor venta en el mundo. Así que un conocimiento meramente intelectual de la veracidad de la Biblia, no es suficiente, el diablo se sabe la Biblia de memoria, por eso le dijo a JESÚS: “Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden, y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.” (Lucas 4:9-11 RV60) Sí, el diablo maneja la Biblia muy bien; pero JESÚS, es el Autor de la Biblia, y con ella misma le respondió: “Vete de mí Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Lucas 4:8 RV60) Así vemos que, una cosa es creer en la Biblia y otra muy diferente es hacerla “la norma suprema por la cual toda conducta, credos, y opiniones religiosas deben ser juzgados. El criterio por el cual la Biblia ha de ser interpretada es Cristo Jesús” (Fe y Mensaje Bautistas, página 7). Por ello, a la luz de estas verdades divinas: ¡Arriésgate a creerle a la Biblia!
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por tu Palabra santa! Sé que es un Libro con sus relatos históricos verídicos; pero más allá, es el Libro de los libros que nos lleva al conocimiento de nuestro amado Señor y Salvador JESÚS. Ayúdame Señor a no apartarme de esta medicina para mi espíritu, mi alma y mi cuerpo; y por sobre todo a proclamarlo para que mi generación, lo crea, lo oiga, lo estudie, lo memorice, lo medite y lo aplique, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
En un mundo cambiante y a la deriva, puedes confiar en el Dios inmutable y en Su Palabra viviente.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

jueves, 10 de octubre de 2013

¡Buenos días belleza!


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 118:8-29
 
Este es el día que el SEÑOR ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él. Salmo 118:24 (LBLA)
 
¡Este es el día que hizo nuestro Dios! Es nuestro. Nadie no los podrá quitar. Solamente nosotros tenemos la clave para hacerlo grande o pequeño.
Hoy nos empinaremos sobre nuestras imposibilidades y con la ayuda de nuestro Dios, seremos lo que Él planeó para nosotros antes de que el mundo fuese. Somos parte del plan eterno de Dios para el universo, y por eso, no somos poca cosa.
Hoy diré a los pensamientos de derrota: ¡Se equivocaron conmigo!, porque al ser un hijo de Dios tengo todo lo que la vida me puede dar.
Hoy los pensamientos de culpabilidad por los momentos perdidos, y otras cosas que mi fragilidad humana permitieron, serán crucificados y exhibidos por JESÚS en la cruz, como hace dos mil años. Respiraré profundo, confesaré mis pecados, y me asiré de su perdón, amor y gracia.
Hoy no me sentiré solo porque la presencia de JESÚS va conmigo, como Él lo prometió. Este cuerpo por débil que me parezca es una catedral donde mora todo el poder de Dios; el mismo poder que levantó a JESÚS de la tumba.
Hoy la paz de Dios que sobrepasa todo pensamiento, gobernará mi mente, mi voluntad y mis emociones, nada me perturbará. Nada ni nadie me distraerá de mis responsabilidades y privilegios, haré lo mejor que pueda para la honra y gloria de mi Señor y Salvador JESÚS.
Hoy aprenderé a contentarme cualquiera sean mis circunstancias. Aprenderé a ser feliz, porque la felicidad es gozarse por lo que se tiene. Tengo en mí lo único que debo poseer como ser humano: la vida que viene del cielo y que me acompañará para siempre. JESÚS, es la vida eterna, teniéndolo a Él lo tengo todo.
Hoy mis pensamientos, mis actitudes y mis acciones estarán basados en la honestidad, lo justo, lo puro y todo lo que sea de buen nombre; desecharé  todo lo demás por inútil.
Hoy ratifico mis dos resoluciones para esta vida humana: Primera: Viviré para la gloria de Dios. Segunda: Aunque otros no lo hagan, yo lo haré.
Hoy viviré dándolo gracias a Dios por todo. No dejaré que mi corazón se llene de críticas sin presentar soluciones. No dejaré que un recuerdo me haga su prisionero.
Hoy seré como el sándalo que perfuma el hacha que lo hiere. Buscaré el perdón de a quienes he ofendido. Borraré con el perdón las ofensas de quienes me han ofendido. Los verdugos de la enemistad no podrán hacerme daño.
Hoy seré libre, cabalgaré con todo lo que soy y tengo sobre el caballo blanco de la victoria. Pondré alas a mi esperanza y volaré. Seré más de Él, y menos de mí mismo. Hoy le diré al Señor, gracias por hacerme libre para ser tu siervo. Ser discípulo de JESÚS es humillarse bajo su poderosa mano.
Hoy le diré a la vida: ¡Buenos días belleza!
Oración:
Padre eterno:
DIOS TODOPODEROSO:
Hoy entro a tu presencia por la puerta de mi gratitud. Gracias, oh Dios, por esta vida eterna a través de JESÚS. Gracias por los dones y habilidades las cuales te rindo en obediencia. Gracias porque has puesto en mi ser no depender del éxito o  de las circunstancias para ser feliz. Contigo lo tengo todo, y por eso no me canso de  alabarte y bendecir tu nombre. Te doy gracias por lo que me das, y si nada me das, también te doy gracias. Gracias por la perla de gran precio de la salvación, por enviar a tu Hijo amado para comprármela y regalármela por su muerte y resurrección. Él no murió en vano, porque no tendré en poco una salvación tan grande. ¡Bendito y alabado seas! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Celebra tu vida con una sonrisa hacia quien encuentres en tu paso, en el día de hoy; no lo harás más rico ni tú será más pobre.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

miércoles, 2 de octubre de 2013

La oración: El vehículo de la gran cosecha

Francisco Aular
Lectura devocional: Lucas 10:1-12
 
Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos. Lucas 10:2 (NTV)
Ocurrió que en preparativos para la tercera Marcha Evangelizadora en el oriente de Venezuela, me había comprometido con el pastor Samuel Ramírez a dar un viaje en reconocimiento del terreno. Así lo hice. Vale decir, que esto ocurrió una semana después del exitoso viaje a Estados Unidos, que incluyó Miami, donde Dios había hecho grandes cosas en medio de la Iglesia Bautista Emanuel, y luego, Texas, donde había grabado algunos programas de televisión; en aquel viaje el Señor nos había dado una gran cosecha de nuevas personas para Él, y, además, el pueblo de Dios se había edificado en general. Como yo era nuevo en el liderazgo, me sentía abrumado ante tantas bendiciones, ¡pero el Señor no dejó que el éxito se volviera vanidad en mí! -de allí, la importancia de este relato- porque, en realidad, la oración es el vehículo de la gran cosecha; mediante la oración intercesora ante el Señor de la cosecha, Él llama y usa con poder a sus obreros en la mies.
Así, que, me correspondió emprender un viaje para conocer los lugares por donde iríamos con la Tercera Marcha Evangelizadora -agosto de 1979-. En compañía del pastor Ramírez visité todos aquellos lugares por donde pasaría la Marcha un año y medio después de haberla iniciado como plan de evangelización personal en la obra venezolana en 1977. Nuestro itinerario incluía la ciudad de Puerto Ordaz y la de El Callao, y otros pueblos en el estado Bolívar. Así llegamos tarde, en la noche, a la ciudad de El Palmar. Nos alojamos en la casa de la familia Pulgar. Estábamos bajando nuestras cosas del carro cuando la hermana Pulgar se me acercó y con tono de imploración me dijo, “perdone usted hermano Francisco, pero tenemos en nuestra iglesia una anciana que lo ama mucho, ella nos pidió que tan pronto usted llegara lo lleváramos a su casa, ella quiere conocerlo”.
Llegamos a la casa de la hermana María Reina, una anciana cercana a los ochenta años, casi ciega. Ella había sido una de las fundadoras de la obra evangélica en aquellos pueblos conjuntamente con el misionero Covoult. La sala de la casa estaba dividida por un tabique y éste lo tenía empapelado con los artículos de mi columna “El avivamiento” que yo había publicado en nuestro vocero denominacional: El Luminar Bautista.
Me presenté delante de aquella sierva de Dios; intercambiamos algunas palabras, pero nunca olvidaré sus gestos y sus palabras. Se levantó de su asiento y tocando mi cara con sus manos, me dijo: “Francisco, ¿qué te había ocurrido, en dónde estabas estas semanas pasadas, que el Señor no me dejó dormir y puso en mi corazón interceder por ti noche y día?”.
Con rapidez mental, en fracciones de segundos, recordé todas las bendiciones recibidas en aquel viaje en Estados Unidos, ¡la intercesión de esta amada anciana por aquel joven evangelista había hecho la diferencia! Lágrimas de gratitud corrieron por mis mejillas y exclamé: “¡hermana María Reina no deje usted de orar por mí y por los obreros que estamos en el frente de batalla! Nunca más la hermana María Reina y yo volvimos a encontrarnos en esta tierra, pero sí sé, que mientras vivió, sus oraciones me acompañaron. Ella partió con el Señor unos 20 años después de ese encuentro.
Como todo intercesor estoy seguro de que su ministerio de intercesión abarcó mucho más allá de mi propio ministerio, sólo en el cielo, cuando nos encontremos otra vez, sabremos cuánto de lo bueno que hemos hecho en la obra se lo debemos a la hermana María Reina y a su gran ministerio de intercesión aquí en la tierra. El Señor de la obra trabaja por medio de nosotros, y aún así, necesitamos hermanos que intercedan por nosotros. Porque la oración es el vehículo de los obreros de la gran cosecha: “Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos” (Lucas 10:2; NTV).
Oración:
Dulce oración, dulce oración,
de toda influencia mundanal
elevas tú mi corazón.
Al tierno Padre celestial.
¡Oh cuántas veces tuve en ti
auxilio en ruda tentación
y cuántos bienes recibí,
mediante ti, dulce oración.
Dulce oración, dulce oración,
al trono excelso de bondad
tú llevarás mi petición
A Dios que escucha con piedad.
Por fe espero recibir
la gran divina bendición
y siempre a mi Señor servir
por tu virtud, dulce oración.
Dulce oración, dulce oración,
que aliento y gozo al alma das,
en esta tierra de aflicción
consuelo siempre me serás
hasta el momento en que veré
las puertas francas de Sión
Entonces me despediré
Feliz de ti dulce oración.
Himno Dulce oración #138. Nuevo himnario popular. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1982
Perla de hoy:
La oración es un deleite de nuestro espíritu con Dios para que nos regocijemos y nos renovemos momento a momento en la tarea.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?