lunes, 26 de noviembre de 2012

Nos veremos en la mañana


En memoria de los marchistas de la Iglesia Fuente de Vida de Anaco, Edo. Anzoátegui, Venezuela
Era un sábado precioso, y el pastor César Hernández y Omaira, su esposa, encabezaron el grupo que entusiastamente fueron a la ceremonia de los bautizos de unos nuevos creyentes. Fueron al lugar, hicieron la ceremonia, disfrutaron también un día de sano esparcimiento. De regreso, aún de día cuando ocurrió la tragedia que nos ha mantenido a todos en vilo. Hubo 9 muertos y 32 heridos, todos de una misma iglesia, y obviamente, algunos amigos. Son de esos sucesos misteriosos en que uno hace todo bien, y algo sale mal, sin embargo, en esta hora, no puedo pasar por alto el hecho de haber conocido a Omaira Medina, mujer de oración, evangelizadora y discipuladora, y en unión de su esposo, plantaron y levantaron la congregación Iglesia Bautista Fuente de Vida y otras congregaciones. Los que somos plantadores de iglesias sabemos cuánto vale y cuánto nos duele una congregación. Omaira: ¡Gracias por tu ejemplo de mujer de Dios!, ¡no te olvidaremos! Porque tú  y tu esposo César -en recuperación por las heridas sufridas-, nos han dado un legado de fe en Dios, y su Palabra.
A todos los amados fallecidos y a los que están heridos, y por sobre todo, a los sobrevivientes, hermanos de la iglesia y el pueblo de Anaco, que se ha vertido con sus representantes legítimos a un duelo de tres días, vayan nuestras oraciones. ¡Ellos murieron en el cumplimiento de la Gran Comisión de nuestro Señor JESÚS! Ellos son nuestros héroes en esta hora, a todos ustedes que se nos adelantaron: Omaira Medina de Hernández, Judith Morales, Tibaide Atache Alvarado, Pedro Gutiérrez, Celia Medina, Santiago Itanave (5 años), Rosa Guarache, Reina García y Oscar José Calderón. Existen misterios que no comprenderemos en esta tierra, pero el SEÑOR está en control: ¡Nos vemos en la mañana!
          
Francisco Aular                                            
faular@hotmail.com

Nos veremos en la mañana
Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Juan 13:1 (RV60)

La muerte vino a este mundo como resultado del pecado: “el aguijón de la muerte es el pecado” (1 Corintios 15:56), y desde entonces, nos esclaviza de miedo en toda nuestra vida como seres humanos, pero el miedo a la muerte no nos impedirá morir, sino vivir. Como un médico dijo: “Este temor está arraigado en tres cosas: temor al dolor, temor a la separación y temor a lo desconocido.”.
Pasar “de este mundo al Padre” es la admirable definición de la muerte  que hace la Palabra de Dios para el cristiano nacido de nuevo. La muerte no es para el cristiano un camino cerrado o un salto a lo desconocido, sino, la partida desde este mundo a la casa del Padre: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.  Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:1-3) ¡Qué promesa nos hace JESÚS! Esto debiera ser suficiente para vencer cualquier temor a la muerte. Esta promesa está acreditaba por la resurrección del mismo JESÚS: Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. (Apocalipsis 1:17,18).
¿En esto piensa la mayoría de los seres humanos sobre la muerte? No. Lamentablemente para la mayoría, la muerte es el final de todo, y por lo tanto, nos pasamos la vida retardándola, disfrazándola, burlándonos e ignorándola  en cuanto nos es posible, pero tarde o temprano, tendremos una cita con ella. ¡Nadie quiere que ni en sombra se atraviese en su camino!
Sin embargo, para el discípulo de JESÚS, la muerte ya no es un motivo de temor, poseemos la certeza que nos da la Palabra de Dios; la muerte no nos separará de Dios, sino que nos llevará a Él; veremos a JESÚS y lo conoceremos cara a cara; no sé lo que usted hará cuando eso suceda, pero cuando llegue allá y lo contemple en toda su gloria, y al ver en su cuerpo resucitado las marcas de los clavos en su amor por mí, me arrojaré a sus pies, y le diré: ¡Gracias amado JESÚS!, durante mi primer millón de años en la eternidad.
En la biografía del esposo de Catherine Marshall Un hombre llamado Pedro, ella describe elocuentemente la negrura de la noche del pesar, y lo brillante del amanecer de una nueva fe. En efecto, después de la muerte del doctor Marshall, ella fue a la casa de verano, y allí todo le hablaba de él, desde el bote hasta los zapatos bajo la cama, buscando la soledad del mar, salió a la playa en la primera tarde tempestuosa, al mirar el agua, de repente, recordó sus últimas palabras, la escena quedó fija vívidamente en su memoria. Pedro estaba acostado en la camilla esperando que lo llevaran a la ambulancia, ella se inclinó sobre él y le susurró: “Querido, nos veremos en la mañana.” La última línea resume así sus maravillosos pensamientos: “Y al estar de pie allí mirando a lo lejos del horizonte, sabía que esas palabras las cantaría de corazón a través de los años: nos vemos querido, nos vemos en la mañana.” Paul W. Powell, El Nuevo Manual para Ministros. “…sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” Amar a los nuestros hasta el fin, nos da una gran esperanza frente a la muerte. Cuando dos personas son cristianos nacidos de nuevo, la muerte no es una separación definitiva, por tanto no se dicen adiós por última vez, sino, ¡nos veremos en la mañana!
Oración:
Yo sé que un día el río cruzaré
Con el dolor batallaré
Y al ver la vida triunfando invicta
Veré gloriosas luces y veré al Rey.
Porque Él vive
Triunfaré mañana
Porque Él vive
Ya no hay temor,
Porque yo sé
Que el futuro es suyo,
La vida vale más y más, solo por Él.
 Gloria y William J. Gaither.  “Porque Él vive”, Himnario Bautista, #460, CBP, 1978
Perla de hoy:
No nos corresponde saber cuanto tiempo nos queda por vivir aquí, sino vivir lo que nos resta para la gloria de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

 

 

viernes, 23 de noviembre de 2012

Simplemente un, ¡hasta luego!


Francisco Aular

Lectura devocional: Apocalipsis 22:1-21

Aquel que es el testigo fiel de todas esas cosas dice: “¡Sí, yo vengo pronto!”. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Apocalipsis 22:20 (NTV)

Comencé a escribir Perlas del Alma el 16 de octubre del año 2007; era un proyecto para un año, y hemos cumplido cinco años. Al pensar en mi declaración de intenciones inicial, tenía en mi mente el hecho de que la vida es una sucesión de dificultades que a veces vienen en fila, termina una y viene la otra, sin embargo, el cristiano nacido de nuevo no tiene necesidad de vivir afligido por ello, ¡Dios nunca prometió librarnos de los problemas a los cuales son sometidos los demás seres humanos!, pero nos dice: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5; NTV). La Biblia nos habla de muchos hombres y mujeres de Dios sufrientes, pero tomaré la vida ejemplar de José, el hijo de Jacob y Raquel. Este hombre hizo todo bien, sin embargo, tuvo que soportar una vida de sufrimientos, pero él mantuvo su optimismo hasta vencer al final de su larga vida. Este hombre tuvo dos hijos, y a los dos les puso nombres interesantes por el significado: “José llamó a su hijo mayor Manasés, porque dijo: «Dios me hizo olvidar todas mis angustias y a todos los de la familia de mi padre». José llamó a su segundo hijo Efraín, porque dijo: «Dios me hizo fructífero en esta tierra de mi aflicción» (Génesis 41:51,52; NTV). Fíjese en esta actitud vencedora: “Dios me hizo olvidar todos mis problemas”, “Dios me hizo fructífero en esta tierra de aflicción.”
Por otro lado, en este devocional, al igual que José lo hizo, veo en cada problema que me ocurre veo una puerta, una salida, es decir una perla, como lo señala Juan, al describir la Nueva Jerusalén:Las doce puertas estaban hechas de perlas, ¡cada puerta hecha de una sola perla! Y la calle principal era de oro puro y tan cristalino como el vidrio” (Apocalipsis 21:21; NTV). Por utópico que parezca a los incrédulos, ¡hay un fabuloso futuro para los cristianos nacidos de nuevo!, pero, por ahora, tenemos que lidiar con problemas y con pruebas, por lo tanto, debemos hacer de cada problema de nuestro pasado o del presente, una perla. ¿Qué es una perla, cómo se forma? En el fondo del océano habita la ostra, un marisco muy apreciado en la buena mesa. Algunas veces, se forma una tormenta de arena que tira a la ostra de un lado a otro, entonces, un grano de arena entra en el molusco, y esto le produce una herida que le causa sufrimiento. El organismo de la ostra entra en acción para sanarla. Segrega una sustancia, que poco a poco, cubre el grano de arena. Cuando se sana, posee una perla preciosa en su interior. Esa ostra no será solamente parte de una buena comida, sino también, se lucirá de muchas maneras como una joya preciosa de mucho valor. Así que, ¡toda perla natural es fruto de un proceso de sanidad de una herida! ¡Sin sufrimiento no hay perla!
Ahora bien, ¿cómo podemos transformar nuestros problemas en perlas? Eso depende de nuestra actitud frente al desafío que nos presente una crisis en nuestras vidas. Cuando estemos pasando por aflicciones, debemos saber que Dios esta formando una perla del alma que afectará tu espíritu, tu mente, tu voluntad y tus emociones. ¡JESÚS transformó la cruz de maldición en bendición! ¡La transformó en la preciosa perla de salvación que hoy disfrutamos!
Pues bien, por cinco años, he mantenido este devocional en una relación muy estrecha con todos mis perlistas; algunos me reportan la lectura, otros no, sin embargo, los hechos y las personas que expresan que han pasado a otro nivel espiritual por medio de estas meditaciones, hacen que me sienta muy agradecido a mi Señor y Salvador JESÚS; es mi oración al Padre Celestial que estas quinientas perlas que me ha permitido escribir, Él las utilice para su honra y gloria. Sin duda, estos devocionales seguirán llevando su mensaje sobre cómo convertir nuestros sufrimientos en perlas del alma.
Hoy interrumpo, hago un paréntesis necesario a la escritura diaria de Perlas del Alma, porque otros asuntos, relacionados siempre con nuestra pasión por nuestro amado JESÚS, reclaman la prioridad de mi tiempo. No es un adiós es simplemente un, ¡hasta luego!
Pensando en esto, me detuve en el hasta luego de JESÚS, en ese maravilloso día de su ascensión a los cielos. Me imagino a sus discípulos en aquella despedida, ¡sabían que no lo verían más¡, sin embargo, dos ángeles los confortaron: “Hombres de Galilea —les dijeron—, ¿por qué están aquí parados, mirando al cielo? Jesús fue tomado de entre ustedes y llevado al cielo, ¡pero un día volverá del cielo de la misma manera en que lo vieron irse!” (Hechos 1:11; NTV).
En estos momentos me viene a la memoria uno de mis grandes autores favoritos, el doctor Francisco Lacueva porque, en el cruce de correspondencia que mantuvimos, nos llamábamos mutuamente “tocayo”, bueno, mi amado tocayo, en uno de sus últimos libros -antes de irse a morar con el SEÑOR-, Apocalipsis, publicado por editorial Clie, al final escribe algo que me parece su hasta luego para todos nosotros sus admiradores en todo el mundo,  y surge, justamente, comentando el hasta luego de JESÚS: “¡Sí, yo vengo pronto!”, escribe: “La fantasía lo ha descrito bajo la imagen de una doncella cuyo prometido la dejó para ir de viaje a Tierra Santa, con la promesa de que, a su regreso, la haría su esposa amada. Muchos le decían a ella que jamás volvería a verlo. Pero ella creía en la palabra de él y, tarde tras tarde, bajaba al solitario puerto y encendía una luz frente a las rugientes olas, para dar la bienvenida al navío que había de devolverle a su amado… Así también, aquel bendito Señor que nos ha amado hasta la muerte, se ha marchado a la misteriosa Tierra Santa de los cielos, prometiendo que, a su vuelta, nos tomará como a su dichosa y eterna Esposa. Algunos dicen que se ha ido para siempre y que nunca más lo veremos aquí. Pero su última palabra fue: “¡Sí, vengo presto!”… Y alguna de esas noches, mientras el mundo está ocupado en sus alegres frivolidades, riéndose de la doncella del puerto, una forma se levantará de las turgentes olas, como otrora en Galilea, a vindicar para siempre toda esa espera y devoción, y traer a ese fiel y constante corazón un gozo, una alegría y un triunfo que nunca tendrá fin”.  
Con lágrimas en mis ojos, digo: “¡Sí, ven, Señor JESÚS!” (Apocalipsis 22:20). Nunca nos has dicho adiós, sino simplemente un ¡hasta luego!
Oración:
Padre Celestial:
¡Gracias por la salvación que me has dado por tu gracia! ¡Gracias por llamarme para escribir sobre ti, en todos estos años! ¡Yo sé que tu amado Hijo volverá a buscarnos para llevarnos con Él para siempre! ¡Vivimos entre su hasta luego y la esperanza de volverlo a ver! Mi mano sostén SEÑOR, hasta que llegue ese momento o me llames a tu presencia. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
A medida que este mundo nos prueba, va surgiendo una perla del alma que exclama: ¡Ven SEÑOR JESÚS para brillar contigo!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

jueves, 22 de noviembre de 2012

El respeto en acción


Francisco Aular

Paguen a cada uno lo que le corresponda: si deben impuestos, paguen los impuestos; si deben contribuciones, paguen las contribuciones; al que deban respeto, muéstrenle respeto; al que deban honor, ríndanle honor. Romanos 13:7

Mi buen amigo el diccionario viene en mi ayuda, al comenzar esta meditación en la que tocaré el tema del respeto.  En efecto, nos dice que “respeto es consideración y reconocimiento del valor de algo. Miedo, temor, recelo o aprensión”, como cuando decimos: me encanta el mar, pero le tengo respeto”. El término viene del latín “respectus” (consideración, miramiento). También significa educación, es decir, la manera respetuosa en que tratamos a los demás. La idea es que uno debe andar en sus relaciones con los demás seres humanos, tomándolos en consideración, teniéndolos en cuenta.
Permítanme ponerles un ejemplo muy personal. Como ya les he compartido en otras Perlas,  nací en una montaña en donde no teníamos muchas cosas, pero, sí, luchábamos para vivir; mis padres y familiares me enseñaron a no pasar de largo frente a otro ser humano, sin tomarlo en cuenta. Una de las palabras favoritas de esos primeros años era “respeto”; era un tipo de etiqueta social rudimentaria. Violar el código, significaba, por lo mínimo, una reprensión de nuestros padres. La consideración a las personas se iniciaba en el hogar en los primeros años de vida, comenzando por los de nuestra casa, y, de manera simultánea se extendía a los demás.
Ciertamente, el respeto supone ponerse en el lugar del otro; hay que mirar a los demás de un modo más profundo, y vislumbrar, que al igual que yo, él también tiene sus misterios; le doy reconocimiento y valor como ser humano, no le doy la espalda, lo trato bien, y saco de lo más profundo de mí, lo mejor que soy y lo que tengo para dárselo. Soy benévolo con él a la hora de sus fallas porque como él, yo también puedo caer. Percibo que es vulnerable y no lo debo herir. Lo respeto tal como es. A la hora de la verdad, me pongo a su lado, lo respaldo. Aunque no estoy de acuerdo con sus creencias, no permito que se le ataque y discrimine por ellas. Creo que todo ser humano debe ser respetado de ese modo, por ello, no me fijo en lo superficial y aparente nada más, porque sé que todo humano tiene un ser interior que, a veces, permanece oculto, y, por lo tanto se hace necesario viajar a su interior, para, desde allí, estimularlo con respeto, y hacer que brillemos juntos en la brevedad de nuestras vidas temporales.
El Apóstol aconseja: “Paguen a cada uno lo que corresponda.” No hay que respetar solamente a los superiores por el poder temporal que les ha sido dado, sino también a aquellos, que dicho poder no respeta. Más allá del poder temporal existe un bien superior: la verdad, la libertad y la justicia. Quien desprecia a otro ser humano es como quien desprecia a Dios: Si alguien afirma: “Yo amo a Dios”, pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. (1 Juan 4:20; NVI).
Mi optimismo al ver lo que el evangelio puede hacer a favor del ser humano es grande y único. Nada podrá apartarme de esta verdad. No obstante,  hoy más que nunca, cuando leemos las noticias internacionales, y vemos el liderazgo mundial despreciar la diplomacia e irrespetar al ser humano con insultos, me duele. Más aún, al contemplar a esos líderes mientras fanfarronean, se pavonean y se dan mucha importancia delante de los demás, irrespetándolos, pues, ellos son dignos de compasión.
Me acuerdo de los grandes del pasado, y pienso qué poco hemos avanzado. Mi oración es: SEÑOR, perdónanos y ten compasión de nosotros. ¡Tenemos que llegar a ellos con tu mensaje de amor y perdón! Entonces, veo que la gran necesidad del momento es orar, y esforzarnos en la gracia de Dios y poner, otra vez, antes de que sea demasiado tarde, el respeto en acción.
Oración:
Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya tristeza, alegría;
donde haya desaliento, esperanza;
donde haya sombras, luz.
¡Oh, Divino Maestro!
Que no busque ser consolado sino consolar;
que no busque ser amado sino amar;
que no busque ser comprendido sino comprender;
porque dando es como recibimos;
perdonando es como Tú nos perdonas;
y muriendo en Ti, es como nacemos a la vida eterna.
(San Francisco de Asís)
Perla de hoy:
El respeto a Dios y su Palabra es la guía para respetar a los demás.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Angustia y Consuelo


Francisco Aular
Lectura devocional: Marcos 6:45-52
Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo”. Marcos 6:49,50 (NVI)
Los discípulos de JESÚS eran hombres rústicos, pescadores de oficio en su mayoría, sin duda, a muy pocas cosas le tenían miedo. Pero, ¿quién no ha conocido momentos de angustia y miedo en la vida? ¿Qué hacer entonces cuando miras a tu alrededor y los demás valientes están tan aterrado como tú? En esos momentos, miramos al cielo y exclamamos a Dios: “Por favor, ayúdanos (…), porque toda la ayuda humana es inútil” (Salmo 60:11; NTV).
Imagínense la escena de la historia bíblica que nos atañe hoy. Los discípulos habían presenciado el milagro que hizo JESÚS de alimentar a cinco mil personas con la multiplicación de cinco panes y dos pescaditos, es decir, la comida de un niño que había venido para ver al SEÑOR. Después de todo eso, hizo que sus discípulos subieran a la barca para cruzar a la otra ribera, mientras Él despedía a la multitud, y pasaba unas horas en oración, en comunión con su Padre Celestial, como era su hábito devocional. Cuando llegó la noche, la barca estaba en medio del mar y el SEÑOR en la playa. Eran las tres de la madrugada y, ¡de pronto llega una tempestad!, con “un viento que les era contrario”, se fatigaban remando pero no lograban avanzar. Las olas se hicieron gigantes, y la pequeña embarcación pareció zozobrar…, allí están sin fuerzas y sin esperanza; entonces, en medio de la tormenta y caminando sobre las crestas de las olas, ¡aparece JESÚS!, quien prueba la fe de ellos: ¿seguirá el SEÑOR hasta la otra ribera, dejando a sus discípulos en la angustia de la negra noche? No. Aquellos hombres curtidos y de mar, no dan crédito a lo que ven y piensan que es un fantasma, y empiezan a gritar. ¡Verdaderamente, la memoria corta de los discípulos permite preguntarnos, ¿se han olvidado del milagro de los panes y los peces? ¿Se han olvidado que hacías pocos meses o tal vez días, JESÚS había reprendido al viento y al mar y se había hecho una gran bonanza? (Marcos 4:39). Pero lo cierto es que, en esta ocasión están espantados; claman a voces. JESÚS sin dirigirles ningún reproche por su falta de fe y mala memoria, de inmediato, hace cesar el temor de ellos, al decirles: “¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.” Entonces, sube a la barca y se calma el viento. ¡Todo es diferente cuando JESÚS está presente!
Actualmente, vivimos momentos muy angustiosos como cristianos nacidos de nuevo, y como Iglesia del SEÑOR en medio de un mundo adverso. JESÚS nos dijo, de manera clara, que como cristianos tendríamos problemas en este mundo: “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33b; NTV). De este mismo pensar fueron los apóstoles, entre ellos, Pablo, quien escribió:Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!” (2 Corintios 4:17; NTV). En efecto, nadie puede vivir esta vida humana sin enfrentar la angustia, la tristeza, las aflicciones, sufrimiento y problemas, sin embargo, todo esto lo utiliza Dios para llevarnos a un nivel superior en nuestro crecimiento en la vida cristiana, hacia la madurez, y cuando vemos las dificultades que se nos presentan con los ojos del SEÑOR: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28; NTV).
Ahora bien, a los discípulos de JESÚS les correspondió el honor de hacer posible que el Evangelio nos llegara. Ellos pagaron el precio, pero, tuvieron que aprender que en medio de las pruebas, su fe se acrisolaba y se purificaba, simplemente, porque JESÚS iba con ellos, y aún, al sufrir martirios y la muerte del SEÑOR, todo ello sirvió para transformarlos en seres humanos extraordinarios como la historia nos los hace conocer. Ciertamente, ¡JESÚS va con nosotros en esta barca débil que es la vida humana que poseemos!; no importa el tamaño del problema sino el tamaño de nuestro Dios. Esto nos garantiza  con certeza, el hecho de que en nuestras vidas humanas, siempre tendremos: Angustia y Consuelo.
Oración:
Padre Celestial:
¡Gracias por cuidarnos y consolarnos en forma tan maravillosa! Tú sabes que nuestra travesía, mientras llegamos a la otra orilla, está llena de dificultades. Pero nos has prometido que vas con nosotros. Ayúdame SEÑOR a comunicar tu Mensaje en medio de las crisis de este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La presencia de Dios con nosotros y en nosotros nos da su Consuelo en medio de la angustia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

martes, 20 de noviembre de 2012

¡Haz lo mismo con otros!


Francisco Aular

Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:37

Caía la tarde en la recién inaugurada  autopista 407 de la ciudad de Toronto, en la cual vivo. Estábamos a comienzos de noviembre, y el frío que se sentía anunciaba que el invierno estaba cercano. Venía de dar una conferencia en el oeste de la ciudad, cuando de repente, sentí en el volante que debía detenerme; aminoré la velocidad y me detuve en el hombrillo. Era la llanta derecha delantera desinflada. Busqué en la maleta del auto y lamenté el que alguien hubiera tomado las herramientas de allí. Recuerdo que oré así: “¡Bueno SEÑOR estoy en un aprieto!, no tengo celular y el único número telefónico del cual dispongo es Jeremías 33:3: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Así que dependo de Ti”. Los autos pasaban a gran velocidad, y al pasar cerca de mí, levantaban una brisa tan fría, que atravesaba mi vestimenta y daba sobre mi piel. En menos de diez minutos se detuvieron tres autos para ayudarme, pero sus herramientas no servían. Lentamente, un camión enorme de transporte, haciendo un tremendo ruido se detuvo a unos cuantos metros delante de mí; el conductor se bajó, vino hacia mí, me dio las buenas tardes, y sin mediar más palabras, sacó sus herramientas, se encorvó, y en cuestión de minutos cambió la llanta; no fue necesario que yo le dijera nada, quise ayudarlo, pero él me dijo: "No, usted está muy bien vestido. No se ensucie las manos". Terminó su trabajo, pero él vio la disposición que yo tenía de recompensarlo con algo de dinero, y me dijo en un inglés impecable: "No. Yo no cobro por algo así. En Canadá tenemos un lema en estas cuestiones, "¡haz lo mismo con otros!"…
En momentos como ese, uno descubre que la palabra "ayudar" es más hermosa que la palabra "amar" que tanto predicamos. La verdadera humanidad se muestra ayudando a otros, socorriéndolos, auxiliándolos sin preguntar nada. Como alguien dijo: "La disposición a ayudar es la renta que nos pagamos los unos a los otros por nuestra existencia como seres humanos". Todo el mundo está de acuerdo en que nos amemos los unos a los otros, pero tengo que confesar, que muchas veces, esa frase se queda en el mundo de las ideas y no se expresa en el mundo de la convivencia diaria. Creo, sinceramente, que ayudar es amar, porque la ayuda es el amor sin palabras. Escuché a un predicador sobre el tema decir: "¡Nada es bueno a no ser que se haga!". Por ello, te invito, haz lo mismo con otros.
Oración:
Padre Nuestro que estás en los cielos:
¡Cuán grade es tu amor y misericordia al poner en todo ser humano la capacidad de ayudar a otros! ¡Haz que en este día yo puede representarte a Ti ayudando a otros como yo he sido tantas veces ayudado! En esta hora pido bendición sobre todos aquellos que me han amado y ayudado. SEÑOR, que yo pueda ser de bendición a otros. Que pueda irradiar tu luz, calentando el corazón de otros con tus consejos. ¡Que no detenga yo la ayuda material a mi prójimo! Que yo pueda ser como Tú eres: amoroso, perdonador y hacedor del bien. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Se precisa de un momento para ayudar, pero el resultado de esa ayuda dura toda la vida.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

lunes, 19 de noviembre de 2012

¡Haz algo!


Francisco Aular
 
"….Si te quedas callada en este tiempo, el alivio y la liberación de los judíos surgirán de otro lugar; pero tú y la casa de tu padre pereceréis. ¡Y quién sabe si para un tiempo como éste has llegado al reino!". Ester 4:14

Al repasar las páginas doradas del más venerable de los libros, la Biblia, encontramos una historia que impresiona profundamente por su realismo y actualidad, el libro de Ester. En efecto, el libro de Ester nos presente una de las más emocionantes escenas de la Historia Sagrada, tanto para los judíos como para los cristianos. En este libro no se menciona el nombre de  Dios, pero la acción divina está reflejada desde el principio hasta el final, porque entre otras cosas, Dios es Señor de la historia. Esto es un hecho, lo crean los gobernantes de este mundo o no. El tiempo de Dios no lo pueden medir los poderosos de esta tierra, ni con sus relojes de más alta precisión ni con sus calendarios colgados en la pared. El reino que hoy es mañana ya no estará.
Repasemos la historia de Ester, habiendo el rey Asuero (Jerjes) repudiado a la reina Vasti, la judía Ester vino a ser su esposa y reina de Persia. Ella, confiada en Dios y sobreponiéndose a su debilidad, intercedió por su pueblo cuando el primer ministro Amán concibió el proyecto de exterminar a todos los judíos, comenzando por Mardoqueo, primo y padre adoptivo de Ester. Ester se preparó espiritualmente con oración y ayuno, y tuvo un pensamiento que le acompañaba día y noche: interceder por su pueblo. Valientemente dijo: "Y entonces, entraré a ver el rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco que perezca" ( 4:16), y con esta convicción metida como fuego en su corazón, Ester, en un banquete,  descubrió al rey su nacionalidad hebrea y pidió protección para sí y para los suyos contra su perseguidor Amán. El rey concedió lo pedido: Amán fue colgado en el mismo patíbulo que había preparado para Mardoqueo, y el pueblo judío fue autorizado a vengarse de sus enemigos el mismo día en que según el edicto de Amán, debía ser aniquilado en el reino de los persas. En memoria de este feliz acontecimiento los judíos instituyeron la fiesta de Purim (Fiesta de las Suertes), hasta el día de hoy.
Esto nos enseña la verdad de que, no se trata del tamaño del que decide hacer algo a favor de su pueblo e inevitablemente entra en la lucha, sino la intensidad con que una persona de profunda convicción por la libertad es capaz de luchar por todos los medios pacíficos posibles a su disposición. Hace muchos años, un estadista oriental lo expresó: "Quien quiera sangrar menos en tiempos de guerra, tendrá que sudar más en tiempos de paz".
Estamos enfrentando días difíciles en este mundo globalizado, lleno de problemas y dificultades que también llegan a nuestras casas por los medios informativos a cada instante. Los que estamos en cualquier lugar de la sociedad en la cual Dios nos ha puesto, debemos usar nuestra influencia e iluminar con nuestra luz la oscuridad reinante. El cristiano sabiendo que no es de este mundo pero que vive en él, debe asumir intencionalmente una posición positiva por la justicia y trabajar de todo corazón para lograr respeto mutuo, hermandad, libertad y paz en todas las relaciones entre los seres humanos, los grupos étnicos y las distintas naciones. Eso sí, no descuidar que por encima de todo, ¡es un embajador de JESUCRISTO por donde quiera que vaya! No debe enamorarse tanto de las cosas de esta vida temporal que descuide su verdadera misión en el mundo, ¡salvar a tanta gente como pueda de la condenación que ya viene sobre esta "generación maligna y perversa"! Además, debe saber que, sea cristiano o no, tarde o temprano morirá como los demás mortales, y si de todos modos va a morir, por qué no vivir y morir por la proclamación del evangelio de nuestro SEÑOR JESUCRISTO, y si por hacer esto, los gobernantes de este mundo hacen leyes que lo impidan, es tiempo de levantar la voz y hacerse sentir, y decir como Ester, nuestra heroína: "Y si perezco, que perezca".
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias por tu presencia constante a favor de tu pueblo y de los tuyos! Gracias por estar en este momento conmigo. Gracias porque me amas y reprendes para que asuma mi misión histórica, el verdadero propósito de traerme a este mundo. Ayúdame a servir; escucha ahora el ruego mío y dame tu bendición. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Ora, ayuna y pide que los demás que oren también por ti, y después, ponte en acción: ¡Haz algo!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Como las aves


Francisco Aular
 
Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? Lucas 12: 24 (RV60)

Se cuenta que dos gorriones estaban en un jardín felices saltando de rama en rama, comiendo por aquí y por allá, y atendiendo a sus respectivos polluelos, en eso, vieron a los dueños de la casa, afanados, discutiendo sobre la carestía de la vida, lo caro de la educación de los hijos, su falta de ropas nuevas y un sin fin de inquietudes en cuanto al futuro. Entonces, un gorrión le dijo al otro: “¿Será que ellos no tienen el mismo Creador que nosotros?”…
“¿No valéis vosotros mucho más que las aves?” Es la pregunta que el Señor les hace a sus discípulos, para que definitivamente se alejen de la creencia tan popular de que la felicidad está en las posesiones de la vida, en tener, en poseer, en dominar lo material. Aunque la comida, el vestido y el techo son importantes, sin duda, Dios proveerá para nuestras necesidades, nos dará fuentes de trabajo, ideas para superarnos y posibilidades para que  no nos falte nada. Dios no nos impide que seamos prósperos, al contrario, Él quiere que nos superemos y en grande; Él nos llevará de su mano hacia el triunfo. ¿Por qué entonces afanarse? En efecto, los afanes angustian y torturan hasta el punto de paralizar. En realidad, debería ser lo contrario, así como las aves, debemos comprender que Dios les provee el alimento, pero no se los lleva al nido. Nada puede hacerse en medio de la angustia, como no sea el dar lástima, sin embargo, la necesidad puede abrir oportunidades nunca soñadas para emprender algo grande en la vida y lograrlo. La necesidad hace ver el trabajo como una manera digna de ganarse el sustento, de sostener el hogar y educar a los hijos. Repito: ¡Dios siempre va a suplir las necesidades de sus hijos cuando vea el entusiasmo con el que asumen sus tareas! No existe trabajo tan humilde como para que no merezca ser emprendido; al obrero entusiasta y que trabaja “como para el Señor”, Dios los va a bendecir.
Por ello, es fácil  comprender que el afanarse es incompatible con la fe viva en un Dios proveedor. La mayoría de los grandes hombres y mujeres de la humanidad, y personajes bíblicos no nacieron en cunas de oro: David era un simple pastor de ovejas, Gedeón, un labrador, Amós, un campesino, JESÚS un carpintero, Pablo hacedor de tiendas, Cristóbal Colón fue hijo de un obrero, Cervantes, un simple soldado. Podría continuar la lista, pero ésta revela que un origen humilde, más que una desventaja, muy a menudo, es un motivo para luchar con empeño y nobleza.
Al final de nuestra vida, nuestro éxito consistirá en haber vivido para la gloria de Dios, y hacer felices a los que nos rodearon en nuestro breve transitar por este mundo. Somos felices al vivir contentos con lo que el Señor nos da, al hacer nuestro el lema del sabio Salomón: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario. Proverbios 30:8 (RV60).
Oración:
Amado Padre Celestial:
Te saludo en este día con alabanzas a tus atributos eternos y acciones de gracias por todo lo que has hecho por mí. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
¿En dónde estarán nuestros problemas dentro de cien años?
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


 

jueves, 15 de noviembre de 2012

¡Pan y circo!


Francisco Aular

El que se esfuerza en su trabajo tiene comida en abundancia, pero el que persigue fantasías no tiene sentido común. Proverbios 12:11 (NTV)
Dicen algunos historiadores que en los primeros siglos de nuestra era, los emperadores romanos en medio de la gran necesidad y situación de pobreza del pueblo, inventaron un sistema para mantener a las multitudes entretenidas, ellos lo llamaron pan y circo, de acuerdo a Wikipedia, “Panem et circenses, es decir, pan y circo; es una locución latina peyorativa, que en la actualidad describe la práctica de un gobierno para mantener tranquila a la población, ocultar hechos controvertidos y permite proveer a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas”.
Viendo el panorama del mundo actual, podemos decir que ese mismo grito atravesó los siglos y nuestra generación está conformándose con lo mismo, la limosna de los gobiernos. Esto nos dice que la humanidad ha cambiado muy poco, le encanta cambiar el sistema de trabajo que lo lleva a la abundancia por la diversión pasajera que se les ofrezca para mantenerse en la dependencia y la pobreza. Así los pobres son siempre necesarios para justificar la asistencia pública. Pan para no morirse de hambre, en vez de un trabajo que dignifica, y circo para distraerse en vez de la obra duradera de la educación. El proverbista en el versículo de hoy, lo escribe en forma de poema en hebreo, pero ese mensaje nos llega todavía: El que se esfuerza en su trabajo tiene comida en abundancia, pero el que persigue fantasías no tiene sentido común. El principio es universal y por aquel mismo tiempo, el filósofo chino Confucio, dijo: “Dale a un hombre un pescado y comerá un solo día; enséñalo a pescar y comerá todos los días de su vida”.
Por otra parte, la Biblia enseña que a JESÚS, al inicio de su ministerio, Satanás lo tentó con sus promesas de pan y circo que le habían dado muy buen resultado con nuestros primeros padres, Adán y Eva, pero el Hijo de Dios le respondió: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4; RV60). Sin duda que Dios sabe que tenemos necesidades fundamentales como el comer y el beber, pero, “¿no es la vida más que el alimento?”, exclamó JESÚS en  sus enseñanzas al respecto (Mateo 6:25), alimentar nuestra alma y espíritu con la Palabra de Dios es prioritario, y poder decir  como el profeta Jeremías: “Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón …” (15:16; LBLA). ¡Esta es la comida que no perece!
Pues bien, en cuanto al “circo” que el mundo nos ofrece, el ser humano de hoy es distraído por la diversión en las cosas de esta vida y la indiferencia ante el llamado de Dios y su Palabra. Por una parte, la publicidad le vende la mentira de que estará en este mundo para siempre, por lo tanto, la muerte es algo que se disfraza y no se menciona; indiferente sobre cuál será su destino después de esta vida, se sumerge en la fantasía de las diversiones, estrategia que maneja Satanás para mantener al ser humano en esta triste condición: muerto espiritual (Efesios 2:1,2); ciego de mente (2 Corintios 4:4); encadenado por el diablo (2 Timoteo 2:26); bajo el poder del maligno (1 Juan 5:19), por ello, la admonición de Pablo a su amado discípulo Timoteo también deben ser para nosotros: No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En lugar de eso, entrénate para la sumisión a Dios. «El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene» (1 Timoteo 4:7,8). Del mismo modo, hay que hacerle caso a Salomón que definió todo lo que se hace debajo el sol como “vanidad de vanidades”, y por ello escribió: El que se esfuerza en su trabajo tiene comida en abundancia, pero el que persigue fantasías no tiene sentido común. Proverbios 12:11 (NTV) Poniendo en práctica ese consejo, nos ayudará a no sucumbir, como otros, que caen bajo la trampa de ¡pan y circo!
Oración:
Padre Celestial:
Hoy resuelvo llenar mi vida con tu Palabra, de modo que sus verdades me eleven a ti. Bien sé que solo JESÚS tiene palabra de vida; Él es mi pan; ¡Él es la fuente que calma mi sed de ti! SEÑOR, ayúdame a divertirme con la alegría tuya, con tu gozo santo y a contagiar a otros con tu amor, fe y esperanza. En el nombre de JESÚS. Amen.
Perla de hoy:
Cuando comprendemos la verdad de que nuestro paso por este mundo es para agradar a Dios, empieza la verdadera diversión y aventura en Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?